Guillermo Vidalón

El trauma venezolano

Una seria advertencia para la izquierda peruana

El trauma venezolano
Guillermo Vidalón
29 de agosto del 2018

 

Sería conveniente que la izquierda peruana haga una introspección de lo que viene ocurriendo en Venezuela: un Gobierno que empleó la democracia para llegar al poder y desde allí cambió la Constitución y se perpetuó en el poder. Además de los múltiples escándalos de corrupción en los que también se ha visto envuelto.

La izquierda en el Perú alabó al gobierno de Hugo Chávez, recibió financiamiento para sus campañas electorales y buscó lo que el ex presidente Alan García denominó la “reelección conyugal”. Se bloqueó una eventual postulación de Nadine Heredia, ex primera dama que terminó detenida junto a su esposo, el expresidente Ollanta Humala, ambos acusados por complicidad con las constructoras brasileñas implicadas en el caso Lava Jato.

Claro está que no fueron los únicos implicados en este caso, también lo están los ex presidentes Alejandro Toledo, que contó en el entusiasta apoyo de la izquierda, como posteriormente lo obtuvo Pedro pablo Kuczynski, lo que le valió para inclinar la balanza a su favor y salir electo por estrecho margen.

¿Quién es la Sra. K? El detenido dueño de Iza Motors aún no ha dado a conocer si efectivamente se trata de la ex candidata presidencial del fujimorismo u otro personaje. Lo cierto es que desde un extremo del espectro político al otro parece no haber actor que no se haya beneficiado con alguna prebenda.

Pero, más allá del esquema de internacionalización de la corrupción, diseñado por la izquierdista cúpula del Partido de los Trabajadores —con la finalidad de copar las obras públicas de los estados latinoamericanos a través de las constructoras brasileñas—, se ha puesto al descubierto la catadura moral de las clases políticas, que han demostrado poner por delante sus intereses personales a los de la nación.

Empero, el caso venezolano es mucho más grave por los problemas sociales que está ocasionando en la región. Una migración masiva genera impactos sociales en los países receptores. ¿Qué es lo que nunca debemos olvidar? Las políticas que limitan la competencia, el libre mercado y el ejercicio de las libertades ciudadanas ocasionan crisis de grandes magnitudes.

Nuestras democracias no son perfectas. Los casos de corrupción se han dado en los denominados gobiernos de derecha, centro e izquierda; pero la gran diferencia con los gobiernos de derecha —con excepción del decenio fujimorista— es que respetan la alternancia en el poder.

El gobierno militar de 1968 a 1980, en sus dos fases, surgió de la indignación ciudadana por el escándalo por la pérdida de la página once en un contrato entre el Estado y la International Petroleum Company. El fujimorismo de los noventa se consolidó tras enfrentar la hiperinflación ocasionada por las políticas populistas del segundo acciopopulismo y el primer aprismo, en los años ochenta. Y también porque en su periodo los grupos subversivos de izquierda fueron derrotados. El copamiento de las instituciones y el respaldo popular que obtuvo hizo que muchos actos de corrupción fuesen pasados por alto.

La movilización de la indignación ciudadana es positiva si se canaliza en democracia. Pero si surgen o persisten los grupos que buscan utilizar la protesta popular con la finalidad de auparse en el poder, la experiencia venezolana no nos será ajena.

 

Guillermo Vidalón
29 de agosto del 2018

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