Economía: sigue la indecisión

A fines del año pasado, las previsiones de crecimiento para el presente eran de 4%. No obstante el enorme potencial de crecimiento del Perú, parecería que algunas de nuestras autoridades se han limitado a la autocomplacencia, seguimos pensando que “en el reino de los ciegos, el tuerto es rey”. Pese al tiempo transcurrido, a la experiencia que comprueba que cuando hay mayor inversión se generan más oportunidades de empleo productivo y, por lo tanto, bases sólidas para alejar a la pobreza de los hogares peruanos, algunos creen que ya se ha avanzado lo suficiente y es tiempo de la procrastinar, de “dejar para mañana lo que podemos hacer hoy”.

Sucede que dejar de hacer en un país donde aún no hemos superado muchas limitaciones puede significar que muchos jóvenes desempleados caigan en la frustración y en la desesperación. El aumento de la inseguridad ciudadana, contrariamente a lo que señalan algunos medios de comunicación, no se debe principalmente a la presencia de migrantes de origen venezolano —quizás algunas prácticas delictivas más violentas que las anteriores, por imitación de los actores locales—, sino principalmente a la falta de oportunidades.

El Perú de las décadas comprendidas entre 1970 y principios de los noventa fue un país sin rumbo, cuesta abajo y, además, azotado por la acción subversiva. El repliegue de los partidos políticos se debió a la interrupción del orden democrático como consecuencia del golpe militar. Desde entonces, los mecanismos de transmisión de las decisiones políticas, desde la cúspide del poder y desde abajo hacia arriba, se cortaron. 

Sin líneas de transmisión adecuadas, las decisiones de la esfera política de la sociedad abrieron otros canales. La informalidad económica responde a una estrategia de supervivencia: el canal formal no permite acceder, entonces cada quien crea el suyo propio. Si quienes tienen la responsabilidad de gobierno no gestionan la dinámica social, la respuesta puede ser imprevisible; y la omisión o la indecisión, su principal caldo de cultivo.

¿Qué pasa en el valle de Tambo? Existe una gran y positiva expectativa por el pronto desarrollo del proyecto minero Tía María. La población sabe que significará un cambio radical con relación a las limitadas oportunidades económicas del presente. También sabe que el discurso antiminero no le ofrece un norte adecuado, salvo comunicar la magnificación del riesgo. Asimismo, el poblador es consciente de que son los mismos operadores contrarios al proyecto quienes se hicieron presentes en el pasado para ofrecer gestionar y lograr la ansiada regulación del agua. Y que, a la fecha, no logran nada ni hicieron nada para apoyar o financiar su concreción.

Entonces, ¿qué juega en contra del proyecto? La indecisión de quien debe emitir la autorización de construcción. Consciente o inconscientemente, toleramos el reagrupamiento de la oposición, gracias a los recursos que empiezan a llegar al valle de Tambo, con el fin de obstaculizar su desarrollo. ¿Quién los financia? Se sabe, pero no se comenta en voz alta. ¿Por qué no se comenta en voz alta? Porque hay quienes están volviendo a las prácticas de la extorsión y el amedrentamiento en contra de la población. 

El pasado jueves 20, la oposición antiminera se sumó al denominado Paro Nacional de la CGTP. Se convocó a una paralización que no se sintió en el valle de Tambo, salvo por la presencia de algunos piquetes en las pocas vías de comunicación que interconectan el valle con otros distritos. Sin embargo, la antiminería inunda las redes para desinformar y señalan que la población los apoyó. ¿Saben en qué consiste el apoyo? Dos motociclistas recorren los distritos de Deán Valdivia, Punta de Bombón y Cocachacra amedrentando a los comercios y vecinos para que permanezcan al interior de sus viviendas y cierren sus comercios o “ya verán”.

¿Quién rescata al Perú cautivo de la informalidad, de la inseguridad ciudadana y de la violencia de un grupo minoritario? La decisión de relanzar la economía y emprender, de una vez por todas, el engrandecimiento del Perú. Usted tiene la palabra.