Guillermo Vidalón

Discurso político sin sustento

Se opone a toda actividad generadora de riqueza

Discurso político sin sustento
Guillermo Vidalón
18 de junio del 2019

 

El discurso de las izquierdas en el Perú suele ser el de reclamar justicia y equidad, como una herramienta de propaganda política, de eslogan para convocar a un ingente grupo de ciudadanos. Especialmente de las juventudes siempre ansiosas de promover un mundo mejor, pero que carecen de experiencia para conocer el verdadero objetivo de dichos entusiasmos.

Empero, lo que suele suceder es que las izquierdas no promueven el avance del conjunto social y se centran exclusivamente en cómo restar calidad de vida a un segmento de la población para “distribuirlo” entre los denominados menos favorecidos. En otras palabras, su objetivo no es crecer, sino detener el avance de quien gracias a su esfuerzo se despunta.

La experiencia histórica ha demostrado la gran farsa del comunismo, donde quienes no producen riqueza deciden apropiarse de la generada por otros, por medio de la esfera política. En ningún país del mundo los promotores del discurso izquierdista han demostrado que la calidad de vida de las mayorías sea superior a la que se desarrolla en países donde la motivación para emprender nuevos retos —económicos, sociales, artísticos, ambientales, etc.— está dada por la libre iniciativa privada, la creatividad y los niveles de liderazgo que cada quien —o grupo de personas— decida imprimirle a su acción o propuesta de bien o servicio que ofrece a la sociedad para ser compartido, valorado y retribuido en condiciones de libertad.

Los intentos de expandir la esfera del “socialismo del siglo XXI” desde la Venezuela de Hugo Chávez, mantenida por el capitalismo que pagaba los altos precios del crudo, hace crisis cuando los precios descienden y el derroche de recursos no puede seguir sosteniéndose. Su sucesor, Nicolás Maduro, se aferra al poder porque sabe que será denunciado por actos reñidos con los derechos humanos y por actos de corrupción, que será investigado y sentenciado por un tribunal independiente. Pero principalmente será juzgado por la conciencia de millones de decepcionados por el fracaso de su política económica y social, que ha expulsado a millones de sus conciudadanos a países donde rige el sistema capitalista.

El discurso “justiciero y reivindicador” fue empleado en Brasil por Luiz Inácio Lula Da Silva, quien llegó al poder de la nación más poderosa de América Latina. Desde allí urdió el Foro Social de Sao Paulo para internacionalizar un sistema de corrupción que operaba desde hace varias décadas en su país, y que con estupor ha sido afortunadamente develado. Ojalá en su integridad, y que la justicia no sea empleada como un mecanismo para sojuzgar a la oposición política.

Las izquierdas también se reinventan para oponerse al avance de quien se despunta, no interesa la actividad que legítimamente desarrolle. En el pasado, la actividad agrícola se constituyó en la principal fuente de ingresos de la economía nacional; por entonces, las izquierdas propusieron el quiebre del campo mediante las expropiaciones y la parcelación de la tierra. El resultado fue el minifundio, la elevación de los costos del productor, su empobrecimiento y la necesidad de reagrupar la tenencia de la tierra para administrarla de manera conjunta. Por eso la importancia de la promoción de la asociatividad.

En la actualidad, la principal actividad generadora de riqueza para la economía nacional es la minería, y frente a ella las izquierdas agitan las banderas de defensa del ambiente. A sabiendas de que mienten, porque el principal impacto ambiental es generado por la carencia de recursos que hace imposible tomar acciones para construir, por ejemplo, una planta de tratamiento de aguas residuales que minimice o elimine el impacto ambiental ocasionado por los residentes de una localidad. No obstante, dirán que defienden el ambiente.

Afortunadamente en el Perú la inmensa mayoría de ciudadanos va tomando conciencia del positivo impacto económico, social y ambiental que representa la minería. Ejemplos exitosos hay en todo el país, principalmente en las regiones Moquegua y Tacna, pero también en Arequipa e inclusive en Cajamarca. Esta última región descendió en sus niveles de crecimiento y productividad por efecto del discurso político disfrazado de antiminero.

Pasco y Junín son otras regiones mineras relevantes. En contra de Pasco las izquierdas arguyen “no hay riqueza, a pesar de los años que se hace actividad minera”. Pero nunca dicen que la ciudad de Cerro de Pasco está por encima de los 4,300 metros sobre el nivel del mar, y que las condiciones de habitabilidad son adversas, por eso es que quienes logran mayores recursos económicos buscan invertir en zonas ubicadas a menor altura.

Apurímac y el Cusco también han mejorado su calidad de vida con la industria extractiva. Y de seguro lo hará la provincia de Islay, con el desarrollo del proyecto de cobre Tía María, largamente esperado. Este proyecto se ha constituido en la única fuente concreta, cierta y significativa para relanzar la economía local. En pocos años veremos cómo se fortalece la agricultura y la ganadería del valle de Tambo, y los discursos “políticos justicieros” —efímeros en la historia de los países, y teñidos de ambientalismo y antiminería—- serán dejados de lado, tal como ha ocurrido en la vecina provincia de Ilo.

Optimismo, ¡Tía María va!

 

Guillermo Vidalón
18 de junio del 2019

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