Iván Arenas
¿Del sombrero revolucionario al gorro de la corrupción?
Presidente Castillo persiste en vacarse solo

Lo que se presentaba como un proyecto socialista y revolucionario se ha convertido, en menos de cuatro meses, en un proyecto mercantilista y con claras evidencias y pruebas de corrupción, con la activa participación del propio presidente Pedro Castillo. A estas alturas es muy difícil para los defensores de Castillo inventar piruetas discursivas. Decir que hay una estrategia fujiaprista o vacadora no alcanza. Honestamente es una tarea titánica defender a un presidente que se reúne con representantes de un consorcio que gana una licitación por más de S/ 230 millones con el Estado, en la casa de un familiar y de la manera cómo lo hace (con gorro incluido)
Si hay algo de lo que tampoco podemos dudar es que Castillo persiste en vacarse solo. Los yerros que comete no forman parte de un proyecto o programa socialista o de izquierda, sino que todo indica un proyecto personal o grupal donde predominarían los fines mercantiles y corruptos. En ese sentido, Cerrón y la línea dura de Perú Libre ya deben estar haciendo sumas y restas si vale o no seguir apoyando a un Castillo que va camino a su autovacancia. A la izquierda caviar tampoco le favorece continuar con Castillo, pero el hombre está débil y en esa posición este sector, que tiene voracidad estatal, puede sacar mucho provecho.
El rol de la oposición debe ser sumamente inteligente y atinado en este preciso momento. En un sector de la oposición en el Congreso se ha insistido en la vacancia desde el día uno, al punto que el concepto puede banalizarse. No solo eso, la percepción de una vacancia presidencial debe subir de abajo hacia arriba; es decir, desde los sectores populares hacia arriba. Convencer al Perú desde el Congreso con la vacancia, sobre todo hoy con tan baja aprobación, no es una idea inteligente. En todo caso el propio Castillo abona día a día para que su aprobación se caiga, haciendo más fácil el trabajo a una oposición que ve en la vacancia la única salida. No se interpongan entre Castillo y su vacancia.
Ahora bien, para nadie hay dudas de que en la guerra cultural desarrollada por la izquierda, el sombrero chotano simbolizaba el proyecto revolucionario y socialista, y además la honestidad del hombre andino. Hoy, cambiado el sombrero por el gorro, la izquierda se queda sin narrativa y relato, solo con la deshonestidad.
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