Guillermo Vidalón

Decisión para gobernar

Y para mantener la vigencia del Estado como institución

Decisión para gobernar
Guillermo Vidalón
14 de mayo del 2019

 

Nicolás Maquiavelo escribió El Príncipe a principios del siglo XVI, y respecto de los gobernantes indicó: “El poder ha de atemorizar a los hombres, pues solo así puede constituirse un cuerpo político capaz de frenar la guerra y el caos continuo”. Contemporáneamente diríamos que la ley debe ser aplicada para garantizar el orden interno y evitar el caos, que es lo que más teme la ciudadanía.

En ese sentido, un gobierno que cae en la pusilanimidad está socavando su propia institucionalidad como consecuencia de inhibirse de aplicar la ley. La reiterada demanda de la ciudadanía a favor de que el gobierno haga cumplir las normas representa la vocación por el orden, la seguridad, el progreso y la generación de bienestar para la inmensa mayoría de peruanos.

No es concebible una sociedad desarrollada y regida por el caos y el desorden. Una sociedad desarrollada es tolerante porque refuerza los espacios de convivencia común en la diversidad. No obstante, la vocación y el respeto por la diversidad no puede implicar llevar a cabo una estrategia de fortalecimiento de aquello que distancia a los ciudadanos del núcleo central. Es decir, un gobierno unitario cuyas decisiones se respetan más allá de conocer la opinión de los pobladores de alguna zona en particular dentro del territorio nacional.

El hacerse de la vista gorda ante el cuestionamiento de lo que estipulan las leyes o el simple desacato de la autoridad implican el renunciamiento al ejercicio de la política: la inacción u omisión frente a la pretensión de fuerzas centrífugas que consideran que el Perú debe convertirse en un archipiélago social donde cada quien imponga su mejor parecer, y no regirse por las normas de un Estado nacional.

La primera responsabilidad de un mandatario es la vigencia del Estado como institución, y ello está por encima de los niveles de popularidad que la coyuntura le otorgue. Como expresó Maquiavelo, “Un príncipe debe contar con la amistad del pueblo”; sin embargo, esta se pierde rápida y fácilmente si el gobernante prescinde de emitir mensajes claros que comuniquen la decisión de ejercer el poder que se le confirió en bien de todos. La popularidad resultará efímera si olvida el largo plazo, porque el horizonte de bienestar y cohesión social se construyen comunicando lo que el gobernante quiere hacer.

Lo que sucede en la actualidad es que el gobierno no hace frente a varios problemas que preocupan a la ciudadanía: a) la inseguridad ciudadana, b) la caída en el ritmo de crecimiento de la economía, c) el incremento de la informalidad, por la incorporación de casi un millón de ciudadanos venezolanos (que han sido expulsados por el régimen del Socialismo del Siglo XXI implementado por Hugo Chávez y continuado por Nicolás Maduro), d) la disminución de la inversión pública y privada, e) la menor generación de empleo formal y productivo.

¿Hay un camino para reactivar la economía en el menor plazo posible? Sí, comunicar confianza a los inversionistas, comunicar que el Perú respeta los compromisos contraídos. El gobierno verá cómo se anuncian las grandes inversiones que impacten favorablemente en la generación de empleo y en la reducción de la pobreza.

El proyecto minero Tía María es la señal de que la comunidad internacional de inversionistas está esperando para traer capitales al Perú. Y la inmensa mayoría de ciudadanos estamos a la espera que la economía se reactive. ¡Decisión, señores gobernantes!

 

Guillermo Vidalón
14 de mayo del 2019

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