Eduardo Zapata
De amigo a hermano, y de allí a hermanito…
Mejor aún, ¡hermanito del alma!
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Hablemos de tratos cotidianos. Del habla nuestra de cada día. A ver si nos ayudan a entender de modo simple y mejor lo que nos viene sucediendo.
Crecemos entre palabras. Y más que obvio, entre conductas y actitudes subyacentes a estas palabras. Pero también crecemos entre silencios; con conductas y actitudes también dicentes, pero algo reprimidas. Razón tenía el buen Ortega y Gasset cuando nos señalaba que el lenguaje está hecho de silencios.
Corrían los años sesenta. Alumnos de la Facultad de Educación de la PUCP –que iban a enseñar Lengua y Literatura– llevaban algunos cursos con aquellos que plenamente estudiaban la especialidad en la Plaza Francia. Y ya entonces había notables diferencias: aquellos estudiantes de Educación se sentían intelectualmente inferiores a los otros, y estos otros –como es lógico a esa edad– los fastidiaban. Y en vez de fastidiarse abiertamente, los alumnos de educación empleaban la voz ´amigo´ para convocar la atención del interlocutor sobre la molestia. Abusando de las teorías de Van Dyck y Searle, podríamos decir que esa voz ´amigo´ escondía una relación de inferioridad y una búsqueda de empatía. Es claro que esto no se refería solo a aspectos físicos sino también a aspectos intelectuales.
Sabemos de Esopo y sus fábulas. De la enseñanza moral que se pretendía dejar con ellas. El lobo feroz / La cigarra y la hormiga / El zorro y las uvas –entre otras fábulas– nos han perseguido desde entonces. La Fontaine en el siglo XVII. La propia sociología con su expresión: “Ahí viene el lobo”. O Joseph Goebbels con su victimización. ¡Hasta Mickey Mouse, allá en el cine, nació en un estudio creado por Walt Disney con esta temática amplia!
Pues bien. Como nos lo recuerda a cada instante nuestra amiga la lingüista Nila Vigil –citando a Emilia Ferreyro- “No hay objeto escolar que no haya sido antes objeto social”. Y hoy –como ayer– las voces coloquiales y los silencios de actitudes y comportamientos nos siguen hablando. Del inocente y subordinado ´amigo´ –previo paso por el término ´hermano´– hemos pasado al finalmente amenazante ´hermanito de mi alma´. Siempre agazapando superioridades e inferioridades, solo que ahora abiertamente chantajistas. ¡Hasta conozco tu alma!
Cuidado entonces con los ´buenos modales´. Cuidado con los nuevos Esopos de las fake news, la moral, lo políticamente correcto y la posverdad. Nos están enseñando con gran ventaja y están revelando nuestro ser.
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