Renatto Bautista
Crítica a la película “Cónclave”
Una de las nominadas al Oscar 2025
![Crítica a la película “Cónclave”](https://elmontonero.pe/upload/uploads_images/one.jpg)
Este artículo contiene spoilers de la película Cónclave. Si no ha visto la película, le recomiendo hacerlo antes de leer esta columna.
Cuando decidí ver Cónclave, esperaba encontrar las clásicas intrigas en torno a la elección del Sumo Pontífice, un tema recurrente en el cine. Sin embargo, la película plantea dos aspectos que considero fundamentales y que todo católico debería conocer. No pretendo pedir un veto contra ella—que la vea quien quiera—, pero, como católico confeso y practicante, me siento en la obligación de hacer dos observaciones.
Para contextualizar mi postura, estudié en un colegio católico, Nuestra Señora de Copacabana, durante la mitad de la primaria y toda la secundaria. Además, he recibido los sacramentos del Bautismo, la Primera Comunión y la Confirmación. Sin pretender ser un santo, siempre estoy atento a los ataques “culturales” y políticos contra la Iglesia, una institución que ha sido pilar de la civilización occidental durante más de dos mil años, transmitiendo tradiciones y valores a miles de millones de personas. No quiero abrumar con cuestiones teológicas, así que iré directo a mis críticas sobre la película.
La primera se sitúa en el siguiente contexto: en medio del cónclave, un atentado terrorista yihadista deja más de cincuenta civiles muertos y provoca heridas menores a los cardenales reunidos. Un cardenal italiano de tendencia conservadora lanza un mensaje contundente sobre el peligro que representa el islam radical para Occidente, en línea con lo que señalaron en sus estudios politólogos como Samuel Huntington y Giovanni Sartori. Sin embargo, su discurso es rápidamente opacado por otro, pronunciado por un "cardenal" de origen mexicano que ejercía su ministerio en Kabul. La escena no sorprende: es el clásico discurso woke sobre la tolerancia con los intolerantes. Este tipo de mensaje se ha convertido en un sello del Hollywood actual, obsesionado con imponer su narrativa ideológica, lo que ha contribuido a su evidente decadencia.
La segunda crítica, aún más severa, tiene que ver con el desenlace. La mayoría de los cardenales elige como Papa al "cardenal" de Kabul. Sin embargo, el personaje interpretado por Ralph Fiennes—quien, dicho sea de paso, merecía un Oscar por su magistral actuación como el psicópata nazi Amon Göth—, en su rol de cardenal decano, sostiene una conversación con el recién elegido pontífice. En ella, se revela que el nuevo Papa, a pesar de su apariencia masculina, es en realidad una mujer, algo que su predecesor conocía pero que no le impidió recibir la orden sacerdotal.
Este giro argumental es una afrenta a la Iglesia Católica, una institución bimilenaria que ha dejado clara su postura: el sacerdocio está reservado exclusivamente a los hombres, y mucho menos puede una mujer ocupar el trono de San Pedro. No se trata de un ataque contra las mujeres, sino del respeto a una tradición inalterable que forma parte esencial de la doctrina católica. Por ello, el final de la película no solo resulta inverosímil, sino que parece una burla burda y deliberada.
En conclusión, cada quien es libre de ver la película que desee, pero no podemos ignorar cómo ciertos sectores insisten en erosionar los cimientos de la Iglesia con narrativas forzadas. Cónclave es un ejemplo más de ese intento de desacralización, un ataque disfrazado de ficción contra la institución fundada por Cristo, que mantiene viva la sucesión apostólica desde hace más de dos mil años.
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