Guillermo Vidalón

Canibalismo y manipulación política

La subversión está de vuelta, como en los años setenta

Canibalismo y manipulación política
Guillermo Vidalón
26 de febrero del 2019

 

El daño que ha recibido la clase política, producto de los actos de corrupción en los que ha participado, es de tal magnitud que la ciudadanía dejará de confiar en los personajes actuales para delegarle su representatividad a un nuevo aventurero. O peor aún, para caer en los designios de quienes siempre pretendieron el poder para imponer sus particulares puntos de vista.

La judicialización de la política en función al interés de grupo vuelve a poner en boga la frase que solía repetir el Mariscal Oscar R. Benavides: “Para mis amigos todo, para mis enemigos la ley”.  O lo que es lo mismo, la ley se aplica en función de quien ostente el poder. El sector de la clase política que está canibalizando al otro no se percata que está devorando a su prójimo, porque ya no hay debate creíble entre posiciones de izquierda o derecha.

Mientras otros se enlodan, hay quienes están haciendo política a partir del descrédito, transmitiendo mensajes como “en la clase política vigente todos son iguales, todos están mancillados, hay que expulsarlos del poder, hay que refundar la república”. Y de paso, enarbolan un discurso autojustificatorio de sus actos pasados. También emplean las redes sociales para confundir a los jóvenes, precisamente a quienes no vivieron o recuerdan muy poco de la época del terror, de la violencia subversiva. Formulan preguntas como: ¿quién le hizo más daño al Perú, la corrupción o la subversión?

Obviamente, quien diariamente recibe información acerca de nuevos destapes de actos de corrupción y ha carecido de información de lo sucedido en la época del terror, dirá que los actos del presente resultan más perjudiciales al país que el vago recuerdo de la pesadilla subversiva.  Máxime si dicha ensoñación ha sido estratégicamente dulcificada.

Falsos mea culpas, como que quisieron evitar que el germen de la corrupción avanzara y se propalara por todo el país.  En otras palabras, la subversión está comunicando: “Quisimos salvar al Perú, nuestro objetivo fue altruista, erramos en el método y en la evaluación para llevar acciones reivindicativas”.  Otra vez la falsedad y los discursos que distorsionan la realidad.

No seamos ingenuos: la subversión está de vuelta, como lo hizo en los años setenta; diez años de formación de cuadros dogmatizados para anular su capacidad de análisis y convertirlos en simples instrumentos de muerte, porque ésa era la voluntad de su líder. Diez años en los que a algunos jóvenes les trastocaron la escala de valores.  Al asesinato a mansalva lo denominaron “costo social de la revolución”. Al robo lo denominaron “contribuciones revolucionarias”. Y, así sucesivamente.

Hoy la subversión mantiene su objetivo de búsqueda del poder por cualquier medio. Y la reivindicación del discurso de democracia popular, democracia desde las bases u otro eufemismo, que no es más que comunicación estratégica. La subversión necesita atraer a sus filas a cuadros juveniles; está a la caza de una juventud desencantada de la política que no ve alternativa ante la situación actual

La renovación de la clase política tiene que hacerse desde bases éticas. Jóvenes, no se dejen confundir.  Un día te dirán que en defensa de la Tierra hay que oponerse a la actividad extractiva, porque de lo contrario moriremos todos.  Ergo, es preferible que mueran unos cuantos. Es decir, otra vez el “costo social”, pero camuflado de defensa del ambiente. Mañana será otro argumento el empleado: “Hay que matar a los delincuentes y a los corruptos”.  Otra vez, relativizan el derecho a la vida”.

Ciertamente hay sectores que creen con convicción en lo que señalan y ¡qué bueno que así sea! Pero, cuando se relativizan las conductas éticas, el objetivo siempre será deleznable. Por ejemplo, cuando se ataca a la actividad productiva, sea cual fuere, lo que siempre debemos preguntarnos es: ¿nos irá mejor sin ella?, ¿cuáles serán las consecuencias de prescindir de alguna de ellas?

Si la ausencia de alguna de esas actividades genera un mayor empobrecimiento, definitivamente esa no es la salida y nuevamente están transmitiendo un mensaje falso.  El real es, “queremos agudizar las contradicciones para acrecentar la crisis y capturar el poder”. Siempre tengamos presenta la sabiduría de los dichos populares: “A río revuelto, ganancia de pescadores”. Pero quienes emiten mensajes empobrecedores no son precisamente pescadores.

 

Guillermo Vidalón
26 de febrero del 2019

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