Guillermo Vidalón

Apurímac requiere un tren

Para aprovechar su potencial minero

Apurímac requiere un tren
Guillermo Vidalón
24 de enero del 2018

 

El presidente Pedro Pablo Kuczynski ha retomado la propuesta de construir un tren para trasladar la producción de Las Bambas, que próximamente alcanzará las 750,000 toneladas métricas anuales. Efectivamente, el tren es uno de los medios de transporte más seguros, rápidos y eficientes. Todo dependerá de la ruta que se establezca, si su trazo atraviesa montañas por medio de túneles la seguridad se incrementa y el tiempo que tome el recorrido disminuye.

Ojalá dicho proyecto se concrete en el menor plazo posible, y se tome en cuenta algo que escuché en alguna oportunidad al ing. Alberto Benavides de la Quintana: “Apurímac, por ser un nudo cordillerano, tiene un gran potencial minero. Algunos (yacimientos son) de mayor dimensión que otros, pero todos se harían rentables si se construyese un tren principal, porque el costo de tender una línea férrea hacia cada uno de los yacimientos sería menor”.

Además, don Alberto siempre tuvo una visión social del aprovechamiento de las riquezas del territorio. El empleo de nuestro potencial como una palanca para conformar polos de desarrollo era su sueño de un país integrado (física y socialmente), próspero y democrático. Graficaba su propuesta con la siguiente expresión: ocho vagones para la minería, un vagón para trasladar a las personas y el otro para llevar productos agrícolas hacia la costa.

Las palabras de Don Alberto me vienen a la memoria tanto por lo mencionado recientemente por el presidente PPK, como por la paralización de productores agrarios, quienes reclaman un precio que les permita cubrir sus gastos y obtener cierta ganancia. ¿Qué ha sucedido? Ha habido sobreproducción de papa y muchos otros productos. Hay más producción agrícola de la que el mercado local demanda. Al haber más oferta, los precios caen para incentivar el consumo de dicho producto. Una posibilidad es dejar las cosas a la “ley de la oferta y la demanda” y que sean las fuerzas del orden las que despejen las carreteras, asumiendo el costo social y político que ello puede representar para un país zarandeado desde las entrañas del poder.

Pero cuando uno analiza cuánto es lo que está recibiendo, por ejemplo, el productor de papa, se encuentra que el kilo de papa ha caído hasta los S/ 0.30. El agricultor dice “trabajé más para ganar menos”, lo que termina por acentuar su pobreza. ¿Dónde se va principalmente la diferencia entre el precio del productor y el precio que finalmente paga el consumidor? A la cadena de distribución, incluyendo el transporte. La carretera Central es angosta y se encuentra saturada en todo su recorrido. Los camiones consumen petróleo o gasolina, en tanto que el tren central consume gas, un combustible más económico y amigable con el ambiente.

Una política económica con finalidad socio-productiva, generadora de empleo y promotora del fortalecimiento del mercado de consumidores locales ordena los factores que pudiesen influir en la conformación de los precios para lograr el mayor número de beneficiarios. Esperemos que al menos parte del sueño de don Alberto se haga realidad.

 

Guillermo Vidalón
24 de enero del 2018

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