Vincent Dumortier
Acidez “gástrica”
Refutando otro mito del ecologismo radical: la “acidificación de los oceános”
Hace tiempo que quería comentarles el tema de la denominada “acidificación de los océanos”. Quienes sabe poco o nada acerca de química, los anuncios como el de este artículo sensacionalista tienen que hacerles sentir temores… ¡Y peor aún a quienes gustan comer mejillones! El mejillón, pobre bicho marino, que sucumbe al océano ácido.
No se dejen distraer por la sonrisa de Iria Giménez, ya que el artículo contiene algunas “perlas” ¡hecho raro hablando del mejillón! Primera bolita de nácar, que al parecer Iria ignora: los océanos NO son ácidos. En efecto, el pH (para los más distraídos, no tiene nada que ver con el papel higiénico) de los océanos es de 8.1… es decir ¡alcalino, bien lejos de la acidez!
Hablar de océanos ácidos e incluso de “acidificación” no tiene sentido ya que, suponiendo que habría una bajada del pH, la tendencia (leve, muy muy leve) seria hacia la “neutralización”, término mucho menos aterrador. El concepto es menos relevante aún porque los océanos constituyen una solución buffer que precisamente tiene la propiedad de resistir a los cambios de pH.
Otra perla es esta frase: “Desde los inicios de la era industrial en el 1800, hemos incrementado en un 30% la acidez del océano”. Además de que es incorrecto al hablar de acidez del océano, ¿de dónde salió la afirmación que registraría lo ocurrido desde 1800? ¿La era industrial no empezó en 1850? ¿Acaso ya había medición del pH de los océanos en 1800? Incluso, ¿que nos comenta el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC)?
Bueno, en esta imagen extraída de su informe N°5, dicho Panel parece indicar una tremenda caída correlacionada con el incremento de CO2 atmosférico, pero fíjense bien en la escala de medida y en la línea de tiempo.
Antes, ustedes amigos lectores tienen que saber y entender que una correlación no es una relación de “causa-efecto”, dos elementos pueden ser correlativos sin por ello estar vinculados. Bueno, yo al menos no veo ningún vínculo entre la tasa de divorcio en el Maine y el consumo per cápita de margarina en EEUU a pesar de su muy buena correlación… ¡espuria!
Llama la atención la escala de medida: Una tremenda bajada de 8.12 hasta 8.09, una precisión tan tremenda que debería provocarle carcajadas a cualquier químico principiante que ya hubiera realizado una titrimetría o una medida con pH metro.
¿Recuerdan el volumen de los océanos? ¿Saben cuántas balizas de medición “Argos” hay en el mundo? No busquen más, 3750. O sea ¡un instrumento para cada 110 mil millones de piscinas olímpicas! No sé qué es más estúpido, buscar una baliza en los océanos, un aguja en un pajar o… ¡dichas piscinas olímpicas!
Pero lo mejor, nos lo trajo Papá Noel con un poco de adelanto. De hecho, lo extraño es que no parece existir medidas de pH antes de 1990 según el IPCC. Tal vez inspirado por la señorita Giménez y su “1800”, Michael Wallace pidió, primero gentilmente y después mediante el FOIA (Freedom of Information Act), tener acceso a los datos de medición del pH marino. En fin, gracias a una reedición de una base de datos mundial por la NOAA, Wallace fue capaz de extraer los registros instrumentales que buscaba, o sea 80 años de medidas complementarias anteriormente escondidas. Como se aprecia, entre variabilidad natural en el espacio y en el tiempo, u observando a largo plazo, no se nota ninguna bajada o subida sustancial del pH.
En fin, si el supuesto calentamiento global genera acidez, ¡será gástrica! por todas las manipulaciones que hacen algunos en el nombre de la ciencia.
Por Vincent Dumortier
(06 - Ene - 2015)
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