LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Aplausos para Ana Jara
Sobre las sorprendentes y felices declaraciones de la jefe del Gabinete Ministerial
Las declaraciones a El Comercio de la jefa del Gabinete, Ana Jara, nos revelan a una política decidida a enfrentar los problemas que comenzaban a gestar una crisis de gobernabilidad: la desaceleración económica, la reelección conyugal y la polarización política. La señora Jara ha declarado que no tendría problema en volver a sostener ante el Congreso que Nadine Heredia está impedida legalmente de postular el 2016, con el objeto de conseguir el voto de confianza del Gabinete; y que, además, está dispuesta a conversar con todos los líderes de la oposición, inclusive, con Alan García.
Considerando la influencia de Nadine Heredia en el gobierno, las aseveraciones de Jara solo tienen dos explicaciones: o el régimen ha decidido modificar dramáticamente la estructura de poder delegando parte de éste a la jefe del Gabinete o la señora Jara, en un acto de audacia política, ha decidido jugar con autonomía y criterio propio.
En cualquiera de las hipótesis es una tremenda noticia para el país, porque tirios y troyanos entienden que la permanente intromisión de Heredia en la función ministerial y de gobierno se había convertido en fuente de ingobernabilidad. Allí están los resultados: negativa en primera votación del Congreso –hecho inédito con la Carta del 93- de otorgarle la investidura al gabinete Cornejo y la conversión de la mayoría parlamentaria en una minoría más.
Ante el pronunciamiento de Jara, la oposición en el Congreso tiene el deber de otorgarle el voto de confianza al Gabinete. Si hay que levantar suspicacias, que la señora Jara vuelva pronunciarse en el recinto parlamentario sobre la imposibilidad legal de la candidatura de Nadine. Los dados están echados porque ella misma los lanzó aceptando esa posibilidad.
El voto de confianza de oficialismo y oposición al Gabinete empoderaría a la señora Jara de tal manera que cualquier acción en contra de la autonomía de la función ministerial se convertiría en un escándalo político sin precedentes. Quizá estamos en un momento privilegiado para reducir el espacio de cualquier agenda autoritaria dentro del régimen, terminar con la susceptibilidad que causa un eventual proyecto de reelección conyugal y cancelar la confrontación política.
Imaginemos a Ana Jara que se reúne con Alan García y Keiko Fujimori para desarrollar acuerdos políticos. No habría escena más paradigmática sobre el nuevo giro que asume el gobierno, un giro que contribuiría a detener ese extraño ruido político que ya comienza a afectar al crecimiento económico.
En un artículo anterior sosteníamos que una democracia con relativa salud no solo necesita un buen oficialismo sino también de una buena oposición. Es evidente que este es el gran momento para dejar en claro que en el Perú existe una leal oposición que colabora con la gobernabilidad y en la lucha contra la desaceleración. Sin embargo la pregunta inevitable: si el gabinete Jara recibe un sólido respaldo político del Congreso y la comunidad política del país, ¿no surgirá la desconfianza del lado de la pareja Presidencial? ¿Permitirá Heredia que alguien le dispute el protagonismo en los predios del oficialismo?
Veremos dijo un ciego. En todo caso aquí se viene el principal examen para comprobar si la reelección conyugal ha sido encarpetada definitivamente. Si Heredia deja correr a Jara ya no existirían dudas. En el nacionalismo habrá surgido una lideresa política nacional, con discurso propio, con intuición y audacia política suficiente para liderar al nacionalismo en el 2016. Para nadie es un secreto que si Jara, como se dice, la hace, el nacionalismo ya tiene candidata segura y viable.
Por esas cosas del azar, todo se ha ordenado para superar definitivamente la sombra, la suspicacia, de la reelección conyugal o para embarcarnos definitivamente en una polarización hacia el 2016 que heriría de gravedad a la democracia peruana.
Por Víctor Andrés Ponce
COMENTARIOS