¡Taller anticolectivista en medio de la destrucción nacional!

Una de las consecuencias de la destrucción nacional que ha desatado el Gobierno de Perú Libre es que resulta extremadamente complicado que la sociedad peruana vuelva a caer víctima de los relatos progresistas que encumbraron al poder al presidente Castillo. De alguna manera, el desastre es tan evidente que el muro de Berlín cultural que levantaron las izquierdas comienza a derrumbarse ladrillo por ladrillo.

Por ejemplo, no hay manera de explicar el frenazo de tres décadas de crecimiento –y de un proceso de reducción de pobreza– en apenas pocos meses de gestión de Castillo. Es imposible organizar o desarrollar relato alguno. El comunismo y los colectivismos hoy comienzan a ser sinónimos de subida de precios en la canasta básica, de falta de empleo y aumento de pobreza, y la conexión con la falta de inversión privada como la causa de la tragedia será inevitable.

La destrucción de la economía y la falta de empleo, inevitablemente llevarán a la sociedad a superar los relatos que nos señalaban que Fujimori era igual a Guzmán, que la respuesta contraterrorista del Estado fue igual a la ofensiva y el genocidio terrorista. Es decir, a superar los relatos que representan la única explicación del triunfo de Castillo, no obstante que en la campaña electoral quedó en evidencia que era el candidato menos preparado y con claros vínculos con el maoísmo.

Si a esta percepción se suman los innumerables reportajes y publicaciones sobre el terror de Sendero Luminoso que los medios nacionales propalaron durante la segunda vuelta y semanas después de las elecciones nacionales, es incuestionable que los jóvenes del Perú han asistido al mayor taller antisenderista de las últimas dos décadas. Un taller que les fue absolutamente ajeno por el control de la educación de parte de las izquierdas. 

En cada acto, en cada hecho, vinculado al gobierno de Pedro Castillo, todos los relatos progresistas que encumbraron al gobierno de Perú Libre se desmoronan y se caen. Por ejemplo, los relatos de las oenegés del ecologismo radical, que construyeron un humor en contra de la minería moderna y las inversiones en recursos naturales, igualmente hoy comienzan a evaporarse frente a la ofensiva radical contra las minas.

De pronto, los gobiernos regionales, los gobiernos locales y los frentes de defensa comienzan a defender a la minería. Y en pocos días, no sería nada extraño que los apurimeños protagonicen el primer paro regional en defensa de MMG-Las Bambas, el primer paro regional en defensa de la minería.

Cuando se contempla la voracidad ideológica de los profesores del Frente Nacional de la Educación Peruana (Fenatep, vinculado al Movadef) para controlar el magisterio y convertir el aula pública en un espacio de adoctrinamiento maoísta de las futuras generaciones, en el acto muchos comprenden los peligros de instaurar “una ideología oficial” al margen de los debates de la sociedad y de las familias. Es decir, comprenden también los peligros del proyecto de instaurar una “ideología oficial de género”, al margen de las familias, otro de los grandes relatos que tiene que ver con el triunfo de Castillo.

¿A dónde vamos? A que no todo es derrota y retroceso en la lucha para preservar la Constitución y las libertades. En el Perú, al menos por ahora, hemos evitado la constituyente y las nacionalizaciones, pero vale señalar que el muro de Berlín progresista de los relatos que encumbraron a Castillo ha comenzado a caerse en pedazos. 

La sociedad comienza a vacunarse, quizá por varias décadas, contra las propuestas comunistas y progresistas. Y una vez más no se trata de que los relatos de ayer desaparezcan sino de que surja una nueva cultura, un nuevo horizonte de ideas y valores a favor de las libertades.