Mayoría apoya a Tía María, pero minoría se reorganiza

Miguel Meza y otros supuestos líderes antimineros de la provincia de Islay han convocado a una nueva protesta contra el proyecto Tía María para el próximo 29 de diciembre. ¿Cuál es la razón de esta nueva ofensiva contra un proyecto minero cuya inversión es de más de US$ 1,200 millones? Según estas minorías radicales, Southern, concesionaria de Tía María, “ejecuta una política de regalos en toda la provincia de Islay”. Semejante denuncia solo podría provenir de un opositor ideológico a la minería moderna como lo es el señor Miguel Meza, un habitual organizador de paros y protestas, quien representa solo a una minoría (aunque muy activa).

Lo que el señor Miguel Meza no dice es que hoy una mayoría silenciosa en toda la provincia de Islay ya estaría a favor del proyecto minero de cobre Tía María, por varias razones. Y no se trata de “regalos” como la narrativa antiminera indica. Todo lo contrario. Lo que existe hoy en Islay es el desarrollo de una estrategia sostenible, liderada por Southern, en la que convergen diversas organizaciones, líderes e instituciones de la sociedad civil. Y que se expresa en programas y proyectos de salud, agrícolas, sociales, todos hasta el momento exitosos.

Antes de continuar, vale indicar que el movimiento antiminero de izquierda siempre ha sido una minoría en la zona de Islay y los distritos del valle del Tambo. Lo que sucede es que han sido una minoría activa y que ha movilizado con narrativas absolutamente falsas a una parte de la población local. Por ejemplo, el mito sobre una posible contaminación del agua para la agricultura. 

Lo que en realidad existe hoy es una auténtica alianza entre la minería moderna y la agricultura. Y la minería moderna es la principal fuente de financiamiento del desarrollo y competitividad agraria. Semanas atrás, por ejemplo, los integrantes de la Comisión de Riego de San Juan de Catas (distrito de Punta de Bombón, en la provincia de Islay) recibieron equipos e infraestructura de riego para modernizar el agro local.

Todos los equipos –55 compuertas y bolsas de cemento, entre otros– servirán para evitar las inundaciones causadas por el aumento de caudal del río Tambo en temporada de lluvias, en uno de los valles con mayores hectáreas de cultivos de cebolla y ajos. Hay que recordar que hasta antes de esta contribución de la empresa minera los agricultores controlaban el regadío utilizando palos y plásticos.

A todo lo anterior debemos sumar los huertos y biohuertos que la misma empresa minera está instalando, además de las capacitaciones que brinda a los habitantes de los distritos de Deán Valdivia y Mollendo. Estas iniciativas se enmarcan en un gran programa de desarrollo llamado Valle Unido, cuya finalidad es mejorar la competitividad agraria.

Todas estas acciones para mejorar la productividad agraria han permitido que una mayoría de agricultores respalden el proyecto minero; sin embargo, es una mayoría que aún no se moviliza. De esto no habla el señor Miguel Meza, porque él, como todos los antimineros, sabe que hoy los opositores no convocan de manera masiva a las movilizaciones. Si se hablara de licencia social, podríamos decir que Tía María ya la tiene, sin temor a equivocarnos.

Pese a las adversidades, las posibilidades de Tía María continúan firmes. El proyecto tiene la licencia de construcción de mina, y solo falta un pequeño empujón político y social de las mayorías arequipeñas y nacionales.