La vacancia, la defensa del modelo y las reformas

La estrategia de vacancia del presidente de la República es la respuesta natural de la oposición al proyecto de instalar una asamblea constituyente, al margen del orden constitucional, que promueven el Ejecutivo y Perú Libre. También es la respuesta opositora al gobierno más ineficiente e incapaz de toda nuestra historia republicana. Allí están los cuatro gabinetes cuestionados para despejar cualquier duda.

Los argumentos para una vacancia entonces son legítimos y viables. Sin embargo, la oposición debe tener flexibilidad para hacer una buena política. Por ejemplo, hoy el Ejecutivo no puede implementar su propuesta de constituyente y, al menos por ahora, parece retroceder en el tema. Por otro lado, el Gobierno tampoco ha podido nacionalizar el gas, los recursos naturales ni ninguna actividad. 

El aparente retroceso del Ejecutivo, inevitablemente, remite el dramatismo de las primeras semanas luego de la proclamación de Pedro Castillo, cuando se temía un blitz estatizador. De allí que la movilización ciudadana en las calles haya amainado. De otro lado, en el Congreso hay una clara mayoría republicana para detener frontalmente la constituyente, pero no hay mayoría para vacar al jefe de Estado. El nuevo escenario obliga a desarrollar una estrategia y táctica opositora con objetivos máximos y mínimos. De lo contrario, la derrota es una posibilidad.

Planteada las cosas así, una urgencia opositora es defender el modelo económico. Por ejemplo, se acaba de conocer que el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) ha promulgado decretos que buscan colectivizar las relaciones laborales –la eliminación de la tercerización de los servicios– sin previo acuerdo del Consejo de Ministros. Lo acaba de señalar Carlos Graham, actual ministro de Economía y Finanzas (MEF). La oposición debe leer estos mensajes.

El señor Graham, un economista responsable, no está en el MEF porque, de pronto, Pedro Castillo y Perú Libre se han convertido a la economía de mercado. Castillo debió nombrar a Graham, un profesional distante de los fundamentalismos económicos colectivistas, porque era la única manera de controlar la volatilidad del dólar y la fuga de capitales.

Con el nombramiento de Graham el Gobierno de Castillo ganó algo de oxígeno y postergó la vacancia. Sin embargo, la ofensiva colectivista del MTPE busca cambiar el modelo desde las relaciones laborales. El MEF se opone. ¿Qué debe hacer la oposición? Apoyar lo correcto –es decir, al MEF– sin mayores dudas. De alguna manera en esa dialéctica de objetivos máximos y mínimos se jugarán las posibilidades de la oposición dentro y fuera del Congreso.

No obstante, ninguna estrategia opositora debería renunciar a las reformas que se necesitan para desmontar el sistema que encumbró a un Gobierno influenciado por las corrientes comunistas más ortodoxas del planeta. Por ejemplo, ¿existe la posibilidad de formar una mayoría para establecer el Senado y derogar la prohibición de la reelección de los congresistas? Impulsar una reforma de este tipo gestaría una mayoría abrumadora para la mencionada reforma constitucional.

Con el Senado, la disyuntiva perpetua entre vacancia y disolución, instalada en el sistema político, se esfumaría. En un sistema bicameral, en el caso de vacancia la cámara de diputados acusa, pero el Senado juzga y decide. Igualmente, en el caso de la disolución solo se disuelve la cámara baja. El Senado permanece.

Asimismo, la oposición debería aprobar leyes económicas que promuevan la inversión privada y la reactivación de los mercados, como una manera efectiva de enfrentar los efectos destructivos de los anuncios de la constituyente y las nacionalizaciones del Ejecutivo. En ese camino restablecer la plena vigencia de la Ley de Promoción Agraria –absurdamente derogada– podría relanzar el milagro agroexportador del país, que sorprende al planeta.

Si las cosas se presentan de esa manera el escenario será diferente: en Perú existe un Gobierno influenciado por las corrientes más dogmáticas del comunismo, pero todas las instituciones del sistema republicano funcionan y se rigen por la Carta Política.