La urgente unidad de la oposición

Todos sabemos que el proceso de destrucción nacional que desata el Gobierno de Pedro Castillo, de Perú Libre y del Movadef debe ser detenido lo más pronto posible. Sin embargo, el análisis de la situación concreta nos revela que en el Congreso no existen los votos que posibiliten tramitar una vacancia del Ejecutivo. En este contexto, la resistencia nacional frente al proyecto de la asamblea constituyente debe tener la suficiente flexibilidad para reinventarse de acuerdo a las circunstancias y las correlaciones de fuerza.

Más allá de todas las críticas legítimas que acumula, el Congreso hasta hoy se ha convertido en muro de resistencia al proyecto chavista de la constituyente y a todos los intentos de colectivizar la economía y centralizar el poder. Allí está el archivamiento del proyecto del Ejecutivo sobre la asamblea constituyente, la impecable elección de los seis magistrados del Tribunal Constitucional, la ley que precisa la cuestión de confianza y la norma que subraya el procedimiento constitucional para el referendo.

Si el Congreso fuese perfecto no se deslizaría en el peligroso populismo que solo abona a favor de la constituyente. Por ejemplo, la autorización para un nuevo retiro en el sistema privado de pensiones y la ley que devuelve a los aportes del Fonavi, pese a no existir los recursos. Sin embargo, el mundo profano de la política no es de ángeles ni seres perfectos. Y la única manera de buscar una salida de la destrucción nacional de Castillo, dentro de los marcos de la Constitución, pasa inevitablemente por el Congreso.

Establecidas las cosas así es necesario reconocer que el Legislativo se está convirtiendo en claro defensor de la Constitución y el sistema de libertades. Sin embargo, hoy es urgente establecer una agenda para garantizar la unidad y convergencia de la oposición.

Por ejemplo, la centro derecha (Fuerza Popular, Renovación y Avanza País) tienen que ser capaces de atraer al llamado centro (Acción Popular y Alianza para el Progreso) para aislar a las corrientes comunistas y progresistas encabezadas por Perú Libre. Se trata de una de las leyes de hierro de la buena política. La estrategia de la oposición entonces debería organizarse del centro a la derecha.

En ese camino se debería formar una amplia alianza en el Congreso para la elección de la próxima mesa directiva, considerando la posibilidad de que los nuevos líderes del Congreso podrían encabezar el proceso de transición frente a la destrucción nacional que causa el Gobierno de Castillo y Perú Libre.

Sin embargo, en la medida que no existen los votos para formar una mayoría en el Legislativo que inicie la transición, la oposición en general debería considerar diversos criterios para actuar dentro y fuera del Legislativo. Por ejemplo, se avecinan las elecciones regionales y es crucial evitar que Perú Libre y las corrientes comunistas ganen los gobiernos subnacionales. De allí la urgencia de que la derecha y el centro desarrollen diálogos, encuentros y acercamientos para construir sinergias de cara a los comicios. El criterio debería ser el de apoyar al candidato con más preferencia del bloque la centro-derecha.

Por otro lado, la idea de una convergencia de centro derecha también debería trasladarse a la sociedad. Por ejemplo, la posibilidad de primarias en la derecha y en el centro, a semejanza de la reciente experiencia colombiana, no debería descartarse. De cara a los próximos comicios nacionales los tres movimientos de la derecha, por ejemplo, deberían considerar la posibilidad de presentar un solo candidato elegido en primarias nacionales. Y si los acuerdos son complicados, una sola candidatura con tres listas al Parlamento debería ser algo a considerar.

¿Qué es lo que pretendemos señalar? Una de las fuerzas destructivas que favorece la constituyente y las salidas autoritarias es la poderosa tendencia política a la fragmentación, a la balcanización, una de las claves de cualquier estrategia de poder bolchevique. La oposición entonces debería estar en condiciones de organizar una tendencia alternativa; es decir, la convergencia, la confluencia, de todas las corrientes que defienden la Constitución y las libertades.