La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Pretenden negar la propiedad individual informal en las comunidades
En un reciente artículo, el antropólogo Alberto Chirif rebatió la propuesta de Alfredo Thorne, próximo ministro de Economía del nuevo gobierno, quien señaló en una entrevista que la propiedad comunal debería ser dividida en predios individuales, con el objetivo de alentar las inversiones (minería) y reducir los conflictos sociales. La propuesta de otorgarles propiedad individual a los comuneros es viable y urgente; sin embargo, ha generado un debate, entre los teóricos e intelectuales de izquierda, plagado de mitos y falsedades.
En su extenso artículo, Chirif argumenta, por ejemplo, que individualizar la propiedad comunal solo beneficiaría a las empresas mineras. Las razones desplegadas por el antropólogo reflejan un desconocimiento de lo que sucede en las comunidades campesinas. Hoy las comunidades negocian en condiciones endebles con las empresas mineras, debido a la maraña burocrática impuesta desde el Estado y la ley. De las 1,600 comunidades existentes, alrededor de 1,000 no están reconocidas. Incluso existen tipos de comunidades según las deficiencias en la titulación y registro de las tierras. Las barreras para formalizar una propiedad comunal son altas: toma alrededor de 458 días con un costo de 12,000 soles. Semejante realidad debilita a las comunidades campesinas, que negocian con las empresas mineras en frágiles condiciones. En otras ocasiones las empresas mineras negocian con cada comunero.
El otro argumento sostenido por Chirif es que los comuneros “no conciben la tierra como una mercancía canjeable”. Lo que el señor Chirif no entiende es que hoy existe un mercado informal de tierras. Las tierras comunales están parceladas en propiedades individuales informales, dispuestas bajo mecanismos extralegales, que se pueden vender, comprar o heredar. Hoy un comunero puede transferir su propiedad informal a un tercero o a otro miembro de la comunidad; sin embargo, como las normas que regulan las comunidades no reconocen la posibilidad de disponer de la tierra entre los propios comuneros, lo hacen a espaldas de la Asamblea Comunal. Esta propiedad informal limita muchas veces el uso económico de la tierra. Ana Lucia Camaiora, abogada especialista en derechos de propiedad y reformas del Estado, señala que en las comunidades campesinas se ha levantado un mundo informal, y que otorgar propiedad individual al comunero es simplemente sincerar lo que sucede.
Otra de las explicaciones sostenidas por el mencionado antropólogo es que “según información del Ministerio de Agricultura, en las comunidades campesinas se produce el 70% de los alimentos que se consumen en el país”. Otro razonamiento sin fundamento alguno. Las comunidades son propietarias de alrededor del 10% del territorio nacional. Ya que carecen de crédito o infraestructura, el uso eficiente de la tierra es mínimo. Además, las parcelas de los comuneros son pequeñas para una producción a escala y, por tanto, rentable. Si comparamos las tierras de cultivo que tiene el Perú, que representan el 6% del territorio nacional (7,6 millones de hectáreas), la productividad de ese 10% que poseen las comunidades es muy baja.
Desde la teoría, el antropólogo Chirif imagina un mundo idílico en las comunidades campesinas. Bajo el argumento del “buen salvaje”, despistados europeos apoyan a ONG que han construido relatos míticos sobre las comunidades campesinas o nativas. Bueno, esto no es “Avatar”. En todo caso, desde este portal invitamos al intelectual Chirif a colectivizar sus propiedades con sus vecinos, como muestra de fidelidad con las ideas que defiende.
COMENTARIOS