Editorial Economía

El golpe empobrecedor del 3 de octubre y las fábulas de la izquierda

Una autopsia del velasquismo y las leyendas de las últimas décadas

El golpe empobrecedor del 3 de octubre y las fábulas de la izquierda
  • 02 de octubre del 2023

En los países comunistas y colectivistas es extremadamente complicado acceder a cifras oficiales, pero diversos estudios señalan que la pobreza en Cuba sobrepasa el 90% de la población y en Venezuela supera el 80%. Los modelos colectivistas que proscriben la inversión privada, entonces, son verdaderas fábricas de pobreza. Se podría sostener que semejante afirmación es “una conclusión científica”, parafraseando al “socialismo científico” del viejo Marx.

En el Perú, el colectivismo también se convirtió en una fábrica de pobreza. El golpe militar de Juan Velasco Alvarado, del 3 de octubre de 1968, a punta de fusiles y tanques expropió la propiedad privada de la sociedad y tomó el control de los medios de comunicación. Se desarrollaron las mayores expropiaciones de nuestra historia republicana y se crearon más de 200 empresas estatales que solo crearon déficit fiscal por el abultamiento de la planilla estatal. Ante el hueco fiscal solo quedó la emisión inorgánica de billetes y, el modelo intacto, reventó durante los gobiernos democráticos de Fernando Belaunde y el primero de Alan García en los ochenta. Cuando se desató la hiperinflación más del 60% de los peruanos se convirtió en pobre. La tragedia que hoy padece Venezuela se escenificó en el Perú: niños desnutridos escarbando en la basura y gente comiéndose a sus perros y gatos. Y, luego, una de las emigraciones más tristes de la historia nacional.

En el campo, las cosas fueron de mal en peor. En vez de terminar con las exclusiones del mundo andino y de las comunidades campesinas perpetradas por sistema republicano luego de la Independencia solo se liquidó las islas de modernidad agraria en la costa y todo el agro se llenó de pobreza. Sobre las haciendas que competían en productividad en el mundo, con tecnologías de punta, se crearon cooperativas y koljoses, cuando todo el colectivismo se había hecho puré en los entonces países de la Unión Soviética. La tragedia fue tan brutal que el Perú comenzó a importar papas de Europa y las frutas, legumbres y huevos se convirtieron en artículos de lujo, solo accesible a los ricos del velascato.

Una de las cosas más abyectas de las narrativas y las fábulas de las izquierdas pretende señalarnos que el velasquismo acabó con la exclusión del mundo andino y el tradicional racismo del Perú republicano. ¿De dónde surge esa imprecisión histórica? ¿Acaso por las imágenes y la propaganda soviética en la que aparecen los tanques ingresando a las haciendas y las vistas en que los militares entregan las tierras a los campesinos?

Las cooperativas en la costa y las llamadas SAIS en la sierra, luego de las expropiaciones, empezaron a ser controladas por los burócratas vinculados a la casta militar de entonces, mientras la pobreza se extendía sin cesar. Finalmente, las altas tasas de desnutrición infantil, de mortalidad y la baja esperanza de vida de la población son las mejores fotografías de la tragedia colectivista.

Es hora, pues, de acabar con las fábulas del velasquismo. El mundo de la mayoría andina avanzó en el Perú del siglo XX, tomó el control de las principales ciudades de la costa –incluida Lima– y empezó a organizar una burguesía empresarial de origen andino, luego de las masivas migraciones de los años cincuenta del siglo pasado, y después de la Constitución de 1993 y las reformas económicas de los noventa que universalizaron el derecho al voto y la propiedad para todos los peruanos.

Hoy, es indudable que el racismo que se construyó luego de la Independencia se bate en retirada frente a la emergencia popular de millones de emprendedores y el surgimiento de una burguesía nacional mestiza, de raíces andinas. Ni siquiera en los exclusivos balnearios del sur puede prosperar “el racismo”, porque las casas y los barrios son colonizados por emergentes del mundo popular. Hoy el racismo es un cuento del progresismo para hacer fundraising y financiar películas mediocres.

El velasquismo que hoy es endiosado por cineastas del realismo socialista soviético y por académicos progresistas alienados de los hechos históricos, pues, es uno de los peores momentos de la historia republicana.

  • 02 de octubre del 2023

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