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Tras el fallecimiento del Papa Francisco, Roma se ha convertido nuevamente en el epicentro de la Iglesia católica. En este contexto, tres cardenales peruanos —Juan Luis Cipriani, Pedro Barreto y Carlos Castillo— han tenido un papel activo en las congregaciones generales, espacios clave donde los purpurados del mundo entero definen el perfil del próximo Papa. Los tres cardenales peruanos han hecho sentir su presencia e influencia en las reuniones previas, reflejando la diversidad de miradas que existen dentro de la Iglesia peruana. En este contexto, el progresismo ha lanzado una campaña de desinformación contra el Cardenal Cipriani que es necesario desmentir y denunciar. Una campaña del progresismo nacional e internacional en sus intentos desesperados en influir en la próxima eleccción del Papa.
Carlos Castillo, arzobispo de Lima, nombrado cardenal por el propio Papa Francisco, es actualmente el único cardenal peruano con derecho a voto en la próxima elección del Papa. A sus 74 años, antes de partir a Roma, Castillo dejó claro que todos los cardenales son potenciales candidatos: “Incluso uno puede votar por sí mismo”. Su participación en las sesiones previas ha estado marcada por su afinidad con la línea reformista y sinodal impulsada por el pontificado saliente.
Por otro lado, el cardenal Pedro Barreto, jesuita, presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y figura muy cercana a Francisco, ha centrado sus intervenciones en remarcar el legado del Papa fallecido, especialmente en temas como la ecología integral y la atención a los más pobres. Barreto, quien supera los 80 años, y por lo tanto no podrá votar, ha sido una voz escuchada en los debates que buscan orientar el rumbo de la Iglesia en un momento de transición.
Pero sin duda, la figura que genera particular atención es la del cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo emérito de Lima. Cipriani, nombrado cardenal hace casi 25 años, participó en los cónclaves que eligieron tanto a Benedicto XVI como a Francisco, y mantiene un historial de participación constante en las grandes instancias de la Iglesia universal. En esta ocasión, aunque no tenga voto, se le ha visto activamente involucrado en las reuniones, como lo confirman las imágenes oficiales del Vaticano que lo mostraron rezando ante el cuerpo del Papa durante las exequias.
Cabe señalar que pese a los intentos de ciertos sectores de la izquierda peruana por descalificarlo, a partir de acusaciones que no han sido probadas, Cipriani sigue siendo un referente dentro del catolicismo nacional e internacional. Su trayectoria incluye colaboraciones en organismos vaticanos como la Congregación para las Causas de los Santos, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y la Comisión Especial Económica para la restauración del Vaticano. Además, fue uno de los pocos cardenales latinoamericanos presentes en todos los consistorios del pontificado de Francisco, incluido el de diciembre de 2024.
El decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, ha subrayado que todos los cardenales, independientemente de su edad, forman parte de las congregaciones generales. Estas sesiones, que se celebran a puerta cerrada, permiten a los cardenales compartir diagnósticos, expresar inquietudes y consensuar las cualidades que deberá reunir el sucesor de Francisco. El propio director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, ha confirmado en conferencia de prensa que “todos los cardenales pueden participar en las congregaciones generales”.
En este sentido, la participación de Cipriani adquiere un peso particular. Más allá de las controversias locales, su experiencia en dos cónclaves anteriores y su conocimiento profundo del aparato eclesiástico le dan una voz con autoridad. Cipriani no es un outsider ni un actor marginal, sino alguien que, aun sin voto, puede influir en los debates que modelan el futuro de la Iglesia.
El 7 de mayo, cuando las puertas de la Capilla Sixtina se cierren para dar paso a las votaciones, será solo Castillo quien lleve el voto peruano. Pero en la construcción de ese momento han estado presentes también Cipriani y Barreto, dejando en claro que la Iglesia peruana sigue teniendo una voz que resuena más allá de sus fronteras.
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