Eduardo Zapata
Respete al quechua, señor Bellido
Cuando solo se usa la lengua materna para injuriar

Como es sabido la preservación y el fortalecimiento de una lengua dependen –en gran medida– de la autoestima de los hablantes de dicha lengua y de la utilidad y prestigio del instrumento lingüístico. Dicha percepción puede ser endógena, al interior de la propia comunidad de hablantes; y exógena, o sea aquella que poseen los que no tienen la lengua que se quiere preservar y fortalecer.
Ya el lingüista Luis Enrique López ha señalado las dificultades por las que atraviesa la propuesta de Educación Intercultural Bilingüe (EIB) del Ministerio de Educación. Ciertamente no son pocas. Pero como lo subraya la especialista en interculturalidad Lucy Trapnell tal vez lo más importante es que la EIB se ha convertido “en política de Estado y en tema de debate público”.
En este contexto de propuestas y percepciones, el uso que está haciendo del quechua Guido Bellido está yendo contra los propios esfuerzos oficiales del Ministerio de Educación. Imagino que el señor ministro de Educación, señor Cadillo, debe sentirse incómodo ante las expresiones de Bellido. Que convierten la plenitud expresiva de una lengua como el quechua en una caricatura. Restringida al empleo de la lengua únicamente como instrumento de agresión o burla.
Así como la imagen pública de un maestro se ve debilitada por las incompetencias flagrantes del señor Castillo –aun entre la propia comunidad de maestros y especialmente dentro de ella–, también los usos lingüísticos del quechua por parte de Bellido terminan por afectar el prestigio de una lengua; mermando con ello la autoestima de los propios hablantes del quechua y la percepción que los no hablantes de dicha lengua tienen de ella.
Utilizar el quechua únicamente para agredir y burlarse resulta, como se dijo ya, atentatorio contra el prestigio de la lengua. Es claro que el señor Bellido, al anteponer sus fines políticos a la dimensión comunicativa de la lengua quechua, está atentando contra la preservación y el fortalecimiento de dicha lengua. Atentando, entonces, contra la riqueza cultural de esa lengua y atentando así contra una política de Estado.
El señor Bellido es libre de ejercer la lumpen politik. Deplorable, por cierto. Pero no tiene ningún derecho a ofender a la lengua y a sus hablantes al acudir al quechua como arma de esa lumpen politik. Porque los insultos y agravios que salen en quechua de la boca de este personaje terminan por decir mucho respecto al verdadero ´respeto´ que tiene este individuo por la lengua y su cultura, dañando así la percepción de su prestigio. Endógena y exógenamente.
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