Raúl Mendoza Cánepa

Política de m...

Muestra lo peor de cada persona

Política de m...
Raúl Mendoza Cánepa
08 de diciembre del 2019


Sé que la política es lo que más se lee, porque la cultura les importa poco a pocos. Un suplemento de análisis político semanal barrería bastante más que uno cultural, una página política la haría más que una de artistas y hasta las redes se hacen más de la política por los
likes y las bullangas callejeras que representa. Hiperpolitizados, sí, todos, quizás porque nada mueve más que el odio. Leyó bien ¿A quién le interesa la política si no hay perseguidos? ¿Leería un libro sobre la aburrida política danesa o sobre Robespierre y las guillotinas? La respuesta es obvia, y de allí el éxito de la política: tiene morbo, intriga, sangre, odio y fanatismo.

Perdonen el exceso, pero de allí que la política sea una bazofia, porque muestra lo peor de cada uno, expone los miedos, las iras, los resentimientos, los sesgos, el doble rasero, la envidia, la maldad, la mezquindad y ese morbo que reúne a los peores sujetos cuando ven un árbol derrumbarse. Quizás por eso la política es tan “divertida” en el Perú, lo fue con Piérola turbador, con Balta fusilado, con Pardo asesinado, con los hermanos Gutiérrez masacrados, con Leguía despojo,  con el Tribunal de Sanción de Sánchez Cerro y, sobre todo, con las cuitas de Haya en los treinta, los cuarenta, los cincuenta…, siempre escondiéndose. Digo, lo fue para esa tribuna que aplaudía a rabiar. No importa si la economía se va al garete, los gobiernos prudentes nunca son populares porque no ofrecen ruido ni odios, aburren como Estocolmo. A nadie le importa si la economía crece o si se debaten ideas; interesa más ver al enemigo enmarrocado, al odiado muerto a balas, al sospechoso linchado, al antipático caído, las honras manchadas, las portadas injuriosas, las plazas entrampadas y al odiado colgado del cuello en la Catedral.

La política separa a los amigos, envilece, fanatiza, roba el análisis y, de correlato, a otros acobarda. Hay quienes no hablan mucho de política en público porque temen; y otros que viven al margen de las redes, porque no las tienen, pero son los que harán la historia ¿Se imaginan que los políticos “más odiados” sean los que abulten el “no sabe / no opina” de las encuestas y que quien gobierne el futuro sea el voto oculto? Ocurre en las sociedades de la ira. ¿Y qué tal si de un sector ideológico bien a la derecha o muy al centro… nace un nuevo antipático que se gana la elección? Al carajo con tus redes “pensantes” o con tus plazas, el poder se esconde en el silencio de las urnas, allí donde confiesas lo que no confesarías en la tribuna, allí donde en horas “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, / oye, camará”. A eso nos lleva la política.

¿Y cuántos se autocensuran para no ser apanados por los haters? No importa si votas por los fujimoristas, los morados, los acciopopulistas, los acuñistas, los solidarios, los izquierdistas… siempre habrá algún idiota que no tolerará tu decisión (y aun así la llamamos “democracia”).  El odio parece ser el único mecanismo que aguza lo que resta de seso a quien no sabe defender una posición por su argumento o articular tres frases inteligentes para sustentar su indignación.

Raúl Mendoza Cánepa
08 de diciembre del 2019

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