Franco Consoli
Corrupción, ineficiencia y politización
¿Por qué Estados Unidos se retira otra vez de la UNESCO?

Un nuevo golpe a las Naciones Unidas por parte del gobierno de Donald Trump. Esta vez, tras el anuncio de que Estados Unidos se retirará de la UNESCO a finales del próximo año. Con ello, se repite la decisión tomada por Ronald Reagan en la década de 1980, cuando también retiró al país de esta agencia.
Durante la Guerra Fría, el expresidente Ronald Reagan sacó a Estados Unidos de la UNESCO porque consideraba que la organización era corrupta y tenía una postura prosoviética. Más de cuarenta años después, la historia se repite: el actual gobierno acusa a esta rama de la ONU de promover causas divisivas, globalistas y contrarias a las políticas estadounidenses, además de sostener una postura antiisraelí.
La UNESCO ha sido históricamente presentada como una agencia para la promoción de la paz y la seguridad internacional mediante la cooperación entre países. Sin embargo, su gestión ha estado, en muchas ocasiones, lejos de esos ideales.
En los últimos 20 años, la UNESCO ha sido blanco de críticas por escándalos de corrupción y por su incapacidad para cumplir sus objetivos. Uno de los casos más notorios fue el del Premio Obiang. En 2008, el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, financió con casi tres millones de dólares un premio en el área de medicina que debía llevar su nombre.
Obiang, conocido por su régimen dictatorial, violaciones a los derechos humanos y múltiples abusos, provocó el rechazo de diversas ONG —como EG Justice, el Comité para la Protección de los Periodistas, Global Witness y Human Rights Watch— así como de figuras como el Nobel de la Paz Jean-Marie Gustave Le Clézio. Todos ellos firmaron una petición para cancelar el galardón. La presión llevó a cambiar el nombre del premio, aunque el Consejo Ejecutivo de la UNESCO votó en 2012 a favor de mantenerlo, lo que alimentó las acusaciones de lavado de imagen del dictador.
Otro escándalo fue el llamado “Shamili-gate” y las denuncias de nepotismo en la gestión de Audrey Azoulay. Una investigación de Inner City Press reveló opacidad en la contratación de altos cargos, favoreciendo a allegados al círculo de Azoulay. Entre los nombramientos cuestionados figura el de Marina Zilberman, esposa del entonces director legal de la UNESCO, Santiago Villalpando. Las denuncias señalaron una falta de meritocracia en los ascensos dentro de la organización.
Más allá de estos escándalos —y son muchos—, también debe cuestionarse la eficiencia de la UNESCO. Su situación financiera es crítica: tiene un déficit anual superior a los US$ 100,000 millones para alcanzar los ambiciosos, y en muchos casos inalcanzables, objetivos educativos fijados para 2030.
Está claro que el pragmatismo y la realidad no son prioridades para la organización. Según el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2024, la población mundial no escolarizada se ha reducido apenas un 1% en casi diez años, a pesar de los miles de millones de dólares invertidos.
¿Realmente el problema es la falta de recursos o la ineficiencia estructural de la organización?
Ante este panorama, la salida de Estados Unidos —que financiaba el 8% del presupuesto anual de la UNESCO— es un reflejo de que la organización no está dando resultados. Y que la solución, claramente, debe ser otra.
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