Eduardo Zapata

La subversión de la concordancia gramatical

Un grosero error que tiene graves repercusiones

La subversión de la concordancia gramatical
Eduardo Zapata
16 de diciembre del 2020


Para cualquier proceso comunicativo es indispensable, y para la hora política constituye una urgencia. Porque sin una delimitación clara entre sujeto y predicado no hemos de saber
quién hace qué. Y porque sin ello las instrucciones sociales y responsabilidades entonces se diluyen. Podrá acaso una oración contener hasta virtuosismo poético, pero carecerá de la teleología indispensable que la sintaxis asegura.

Desde que Wilhelm von Humboldt, en el siglo XIX con el llamado organicismo alemán, pusiera énfasis en que el lenguaje es energeia (actividad) y no solo ergon (producto), se abandonaron las teorías que unilateralmente pretendían reducir el lenguaje a la lógica. Se abrió paso hacia la comprensión de que el instrumento lingüístico –y aun los silencios, como diría Ortega y Gasset– era mucho más que la simple expresión de la lógica y constituía un sistema capaz de expresar amor y verdad, así como sus opuestos.

Como bien lo dicen Matthew Budd y Larry Rothstein en su libro Tú eres lo que dices, el lenguaje es más que eso: “En el lenguaje construimos nuestra propia identidad, nuestras relaciones con los demás, los países en los que vivimos, las compañías que tenemos y los valores que más nos importan. Con el lenguaje generamos la vida”. Añadiendo “…el lenguaje hace posible la coordinación con los demás para crear contratos, comunidades para aprender y para vivir, procesos y procedimientos nuevos… cobrar conciencia de sí mismo y de los demás y crea la confianza, la intimidad y, sí, también el sufrimiento. No podemos siquiera imaginar la vida sin lenguaje”. Y como es evidente, ni el lenguaje ni la vida corresponden –para bien o para mal– a la visión mecanicista de la lógica.

Contrariamente a lo que muchos neo iconoclastas sostienen, los millennials leen diariamente más de lo que leía el hombre promedio de ayer. Allí están los florecientes negocios de Kinder y Amazon para expresarlo; allí están los tres billones de búsquedas al día que se realizan en Google; allí están los largamente interminables chats y mensajes de texto que entrecruzan nuestras relaciones; allí está, en fin, el hecho de que para que funcionen los ´diabólicos instrumentos del mal´ (léase computadoras o celulares) hay que activarlos a través de la lectura. Aún no bastan las órdenes mentales para que funcionen.

En lo que sí podemos convenir es en que estos millennials no leen lo que nosotros tal vez desearíamos, ni tampoco –y este es un asunto pendiente de investigación– si es igual leer un libro en soporte virtual o en soporte impreso. De hecho –y esto sí está demostrado con investigaciones de campo– un millennial consume los signos desde diferentes vectores o matrices de la producción de sentido. Las nuevas tecnologías de la información han instalado en ellos un nuevo software para codificar/decodificar el mundo, y ello habrá de significar también un nuevo modo de comprender un libro físico.

Todo esto nos lleva a un lugar común: no solo las lenguas cambian en el tiempo, también nuestro cerebro es plástico, se adapta a nuevos escenarios.

En una nota anterior nos referimos a la agonía del punto y coma como consecuencia de la ruptura entre sentimiento musical y sentimiento lingüístico. Pero hay más. Estos modernos lectores –y no pocos de los que se consideran virtuosos por oficio– no vacilan en destruir la concordancia gramatical. El camión que embistió a un grupo de manifestantes tuvieron que huir despavoridos. Chau concordancia: el núcleo del sujeto es camión pero el predicado concuerda con una subordinada del sujeto, o sea con manifestantes. Chau entonces delimitación entre sujeto y predicado.

Si bien el mal uso del punto y coma podía parecer una sutileza, anticipaba un grosero error gramatical –aquel de la falta de concordancia– que tiene graves repercusiones no solo sobre la comunicación en general, sino que también conlleva nefastas repercusiones políticas y sociales.

Estamos ante una subversión de la concordancia gramatical. Grave asunto, por cierto. Más grave en tiempos en los que al enturbiarse la delimitación sujeto/predicado se diluyen simultáneamente –como se adelantó– las delimitaciones de responsabilidades. Todo ello por haber convertido a sujeto y predicado en una simple categoría gramatical –desnaturalizada desaprensivamente por los medios– sin considerar los efectos sociales de esta categoría.

Eduardo Zapata
16 de diciembre del 2020

NOTICIAS RELACIONADAS >

Las escuelas populares en TV

Columnas

Las escuelas populares en TV

Ciertamente tengo buenos amigos políticos, periodistas y abogad...

02 de mayo
No te entiendo, miss

Columnas

No te entiendo, miss

Conversaba con una gran amiga. Profesora de larga experiencia que ha t...

25 de abril
Pobrecitos los viejitos

Columnas

Pobrecitos los viejitos

Si usted anda en ese grupo etario al que se suele aludir como ´c...

17 de abril

COMENTARIOS