Hugo Neira

La ‘Peruvian Parade’ de Paterson, Nueva Jersey

Mucho más que simple euforia nacionalista

La ‘Peruvian Parade’ de Paterson, Nueva Jersey
Hugo Neira
17 de julio del 2022


En la segunda parte de esta nota sobre migraciones de peruanos, quisiera volver sobre el trabajo de Ulla D. Berg, “¿Enmarcando la ‘peruanidad’?” en
El Quinto Suyo (IEP, Lima, 2005) que se ocupa de la Peruvian Parade, esos desfiles que son famosos en el Estado de Nueva Jersey, especialmente en la ciudad de Paterson, para que el lector sepa cómo, desde la lejanía, lo peruano se expresa con fuerza, ingenio, y sentido de pertenencia. 

El desfile de las Fiestas Patrias peruanas en Paterson se revela como una estrategia comunitaria, además de haberse vuelto una actividad económica. Su originalidad radica en no tener equivalente en el Perú porque es una respuesta a los problemas de representatividad y visibilidad que encontraron los migrantes. En la Peruvian Parade del 2002 que presenció, la antropóloga cuenta que interviene “una mezcla de organizaciones, compañías e instituciones” y las acompañan no solo peruanos sino otras comunidades latinas de la zona, ecuatorianos, colombianos, puertorriqueños, cubanos y dominicanos. “Todos los años, el desfile parte de la Calle Principal en Passaic, pasa por el pueblo vecino de Clifton y culmina frente al Municipio en el centro de Paterson. El recorrido cubre alrededor de cinco millas en total”. Ese año, entre 30 y 35 carros alegóricos que desfilaban y representaban los negocios locales privados como agencias de bienes raíces, centros de salud, banqueros hipotecarios, Inca Kola, transporte, comida peruana, panadería peruana, sindicato local de trabajadores postales, medios, y no podía faltar, servicios en torno a bodas y funerales. “A eso se suman las organizaciones cívicas y las instituciones culturales, que no tienen carros alegóricos ni vestimenta folclórica salvo los bailarines de marinera, pero marchan y danzan en medio de ellos”. Un solo grupo llevaba disfraces, eran representantes de empresas peruanas a quienes se les había pedido esto para exhibir la ropa tradicional que representa la diversidad peruana, con miras a ilustrar a los estadounidenses. 

“Los participantes provienen de Paterson y otras ciudades vecinas como Elizabeth, Union City, Irvington, Newark y Nueva York. Según una guía de turistas de Nueva Jersey, más de 80 mil personas usualmente participan en este evento.” Cada año deben designar quien será el Gran Mariscal del Desfile Peruano, nos explica la autora. Para ello, la directiva prepara una lista “de personas que han hecho algo importante por el Perú”. En el 2002, tuvieron a Rafael Matallana (más conocido como ‘El caballero de la canción criolla’), con los invitados de honor siguientes: el nuevo cónsul en Nueva Jersey, el miembro demócrata del Congreso por el Estado de Nueva Jersey (Bill Pascrell), el periodista local del año, la mujer del año, entre otras categorías. La coordinación con las autoridades locales de Nueva Jersey es central, con un cronograma estricto pues eso implica cerrar y ocupar calles todo un día y retener la atención de autoridades ediles. Juega a favor el tener elegidos de origen latino, así se puede afirmar la identidad nacional y la “panlatina” que ningún peruano pierde de vista. 

El desfile llega al Municipio a principios de la tarde, es cuando se interpreta el himno peruano y luego el de EEUU seguido del discurso de la presidenta. “El 28 de julio es la fecha de nuestra libertad (…) Mis queridos compatriotas, somos libres, seámoslo siempre y vamos a estar orgullosos de nuestro querido Perú, de nuestra raza. Aquí, a miles y miles de kilómetros de nuestra patria, repitamos con emoción para que nos escuchen en el Perú y sabrán lo orgullosos que nos sentimos de nuestra patria. ¡Que viva el Perú!”

De lo que se trata con esa ceremonia –seguimos siempre a la autora– es “exhibir en vivo los peruanos y peruano-americanos que han alcanzado el sueño americano, conseguido títulos importantes sea en el gobierno local sea estatal, en suma los que lograron llegar a ser parte de la clase media de los EEUU”. Y no solo eso, para ello rescata la declaración de un integrante de la asamblea estatal de Connecticut: “La educación es el insumo más importante que los padres migrantes pueden dar a sus hijos para que así la comunidad peruano-americana crezca, se conviertan en agentes activos en los procesos políticos e históricos de la nación estadounidense, y dejen de ser simples observadores.”

La Peruvian Parade figura como atracción anual en las guías turísticas, es parte del consumo cultural que el Estado ofrece. La antropóloga se pregunta, en cuanto a la ciudadanía de los peruanos de Paterson, “si les va mejor cultivando fuertes vínculos transnacionales con su tierra natal, con la esperanza de ejercer una posible influencia en ella, o si sus esfuerzos deberían concentrarse más bien en temas pertinentes para los peruano-americanos y los migrantes que no tienen ninguna intención manifiesta de regresar a su patria”. Le quedó claro que todo giraba en torno a la mejor forma de insertarse en la vida estadounidense. “Va más allá de la euforia nacionalista”. “El evento como práctica comunicativa no se refiere tanto a la reproducción de la ‘peruanidad’, ‘identidad’ o ‘cultura peruana’ sino más cómo esos repertorios articulados bajo la lógica del multiculturalismo neoliberal estadounidense son aprovechados para mover agendas propias.”

Con la Peruvian Parade, buscaban los peruanos de Paterson -el destino más antiguo de la migración- transmitir la imagen del trabajador migrante peruano bueno y exitoso, en camino a realizar el sueño americano. “Muchos ya no sueñan con volver al Perú sino en una reunificación familiar y residencia legal en EEUU”. La comunidad es factor de progreso, se refuerza en el país de llegada para sentirse más peruanos y orgullosos de serlo, y además de afirmar lo latino en Estados Unidos, la “identificación panlatina” que cuenta tanto como la nacional. El peruano busca “seguir prevaleciendo” con su cultura, como dijo la presidenta de la Peruvian Parade del 2002 a la antropóloga. 

Para los peruanos que no se fueron, vale la pena saber del comportamiento fino, sencillo, fraterno y pragmático de nuestros compatriotas, su éxito, lejos de la criminalidad y la inseguridad en el Perú que muchas veces se lo impiden.

Hugo Neira
17 de julio del 2022

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