Iván Arenas
¡La oposición debe leer bien el momento político!
Psicológicamente los peruanos ya no tenemos presidente

La política también es la guerra por el relato. El presidente Castillo está ganando esa guerra hace rato, ante una parte del bloque de la oposición que apela a una sola propuesta: la vacancia. El Gobierno ilegítimo, social comunista de Castillo se ha quedado, y todo indica que se seguirá quedando. Los fontaneros de Palacio de Gobierno –liderados por un antiguo militante de Patria Roja, Alberto Mendieta– han atinado con la estrategia: enfrentar relatos, los unos contra los otros. El profesor es un anti establishment permanente.
La oposición está desconcertada. No toda, pero hay una oposición más activa contra Castillo que ya ha perdido dos propuestas de vacancia y acaba de perder otra con la orden del Tribunal Constitucional de sepultar la denuncia constitucional por traición a la patria contra Castillo. El nerviosismo en cierto sector de la oposición se nota de lejos, Castillo no cae y se va asentando en el poder mientras pasan los meses. El Gobierno de Castillo crece lentamente.
Psicológicamente los peruanos ya no tenemos presidente. Como la estructura se refleja en la superestructura, en un país de economía (infraestructura) informal todo se repite en el mundo político también informal. El peruano promedio está desconectado de la política formal, hay una déficit de representación política.
En la oposición se debe entender que la visita de la OEA no es lo más importante, sino que lo es lo que viene después. Quizá también la visita de la OEA beneficie más a la oposición ante cualquier intento de cierre del Congreso por parte de Castillo y Torres, la díada que hoy gobierna
Se viene diciembre. Comúnmente los de diciembre eran días para recular, pensar y elaborar estrategias. Eso se acabó cuando PPK decidió excarcelar a Alberto Fujimori. Desde allí los diciembres dejan lecciones políticas.
La oposición debe leer bien el momento político. La vacancia ha pasado de una reivindicación legítima a ser una deformación, como en el callejón del Gato de Valle Inclán. Si la oposición quiere seguir existiendo necesita entonces leer el momento político, mirar el Perú popular y volver a preguntarle al peruano común y silvestre qué es lo que quiere.
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