Alejandro Arestegui

La no tan utópica república liberal

Reflexiones sobre las bases republicanas y liberales de la ciudad blanca de Arequipa

La no tan utópica república liberal
Alejandro Arestegui
18 de agosto del 2023


Como bien se sabe el 15 de agosto se celebra un año más de la fundación española de la ciudad blanca de Arequipa, el León del sur siempre ha sido conocida por ser una ciudad que ha brindado a sus visitantes espectaculares paisajes, deliciosa comida y tradiciones regionales muy propias de sí que lo diferencian de cualquier otra región del Perú, es también conocida por la historiografía tradicional como un centro católico, realista y posteriormente revolucionario; sin embargo hay una etapa poco conocida en la que muchos intelectuales arequipeños divulgaron las ideas del liberalismo clásico, en especial personas vinculadas al clero (aunque esto le sorprenda a muchos), por lo que sin más preámbulo pasaremos a hacer un corto resumen de algunas de los aportes olvidados de los liberales mistianos.

Tras realizar un meticuloso estudio acerca del liberalismo en los países latinoamericanos a inicios del siglo XIX, es menester realizar una clara diferenciación entre los diferentes tipos de ideas que se consideran bajo el término “liberal”, incluso en la misma reunión en las cortes de Cádiz muchísimos parlamentarios se autoproclamaban liberales, mientras que unos eran de liberalismo afrancesado mucho más propio de un jacobinismo radical, otros liberales con una postura más conservadora e iusnaturalista rechazaron el positivismo y ateísmo anticlerical impuesto por los revolucionarios franceses, estos liberales conservadores ensalzaban las virtudes y valores cristianas tal como las pregonó el fundador del liberalismo clásico: el inglés John Locke; y de cómo estos principios se transmitieron a las colonias americanas que se independizaron y formaron una nueva nación bajo los principios liberales: los Estados Unidos de Norteamérica, esta nueva nación sirvió de ejemplo a muchos liberales hispanohablantes que buscaban realizar reformas con sentido, sin recurrir a los bárbaros y sanguinarios métodos que aplicaron los franceses, buscaban o bien reformas dentro de la propia monarquía española, o en el mejor de los casos una república con valores clásicos ensalzando a Estados Unidos, a la república helvética (actual Suiza) o al pasado glorioso de la república romana.

Como vemos, la tendencia cuasi libertaria de estos pensadores estuvo directamente relacionada con un cierto hartazgo por los excesos del absolutismo (un estado apoteósico al estilo totalitario) y la importancia de limitar el poder público desde algún equilibrio constitucional de poder. Entre el clero, esta sensibilidad de libertad también tuvo un impacto en la Iglesia, lo que resultó en el deseo de una relación menos asimétrica con el estado y la Santa Sede. Pero en el primer caso, los liberales ilustrados a lo jacobino no pudieron librarse de las maquinaciones de sus orígenes progresistas, afrontaron el desafío del siglo XIX desde la posición de los “patriotas”, y en el segundo caso (los liberal-conservadores), ingresaron al nuevo siglo desde la posición de los realistas. En cuanto a la crítica de la Ilustración, otro componente central del liberalismo de la Ilustración de principios del siglo XIX parece obvio que fue concebida como un medio para superar los males del pasado, en resumen, para "reformar" internamente. Fuera de la iglesia, en cambio, fue rechazado como principio relativizador de la certeza de la fe tradicional.

Una vez consagrada la independencia se conformaron las élites en Lima y el norte del país que presionaban por la independencia total, el naciente liberalismo peruano asumió un nuevo diseño nacional, con sus principales figuras optando por una panacea que finalmente resultó ilusoria: la constitución liberal de Perú. El año 1823 no hizo nada, ni puso en pie al país ni mucho menos puso fin a la guerra. Fue la llegada de Bolívar y su ejército lo que obligó a España a capitular. Ambas naciones -y el liberalismo- siguieron entonces sus destinos ya radicalmente diferentes. Dada esta breve mirada al proceso de aproximación al liberalismo del clero local en España y Perú, ahora es importante entender sus orígenes, así como sus limitaciones. El reformismo borbónico esperaba sentar las bases para el renacimiento del imperio mediante la promoción de instituciones educativas. El Seminario San Carlos de Perú en Lima y el Seminario San Gerónimo en Arequipa son importantes fuentes de luz. El ilustrado obispo Chávez de la Rosa trajo a Mariano de Rivero, vicedecano de San Carlos, a su diócesis del sur, lo nombró vicario y vicario, y lo ayudó a formular los Nuevos Cursos de Divinidad en la Academia.

Ante estos sucesos es necesario hablar del futuro protagonista del republicanismo peruano, el cura arequipeño Francisco Javier de Luna Pizarro, protegido del ilustrado obispo Chávez de la Rosa, en honor al profesor del seminario de San Jerónimo, como constará el testimonio de este debate la constitución de Cádiz como presidente del Consejo de Indias. Pero también hay que entender la liberalidad de la Iglesia en aquella época, teniendo en cuenta que los pertenecientes a las iglesias seguían inscritos bajo el antiguo régimen, naturalmente realizado en el molde de hierro del patrón del rey. Luna Pizarro, que residía en Lima, pudo rastrear el proceso de mutaciones ideológicas que se manifestaron primero en publicaciones como La Gaceta, cuyas opiniones provocaron agudos debates en la opinión pública emergente, y luego cuando la respuesta del virrey Abascal. Cambió el liderazgo, pasó hasta el trienio liberal que trajo la apertura. Aparentemente, el liberalismo dogmático peninsular formó la base dogmática del primer liberalismo peruano. El texto constitucional de 1812 y el peligroso proceso de su aplicación en el país hasta 1823 permitió crear algunos elementos que dialogaban con su origen galo y su posterior influencia anglosajona. En cuanto a los franceses, a pesar de su disgusto por la monarquía, estos peruanos acogieron elementos del modelo constitucional de 1791 y, por supuesto, las ideas de pensadores como Rousseau, Montesquieu y, sobre todo, Sieux. Pero claro, como solía ocurrir con los representantes de Cádiz, políticos y dogmáticos que ocuparon la escena pública del Perú a partir de 1821, las tendencias antirreligiosas de Francia eran muy ajenas a ellos. En todo caso, es claro que durante la tensión en Lima en 1821 y el debate sobre la naturaleza del nuevo estado independiente, hasta el debate en el parlamento en 1822, que preparó la primera constitución "Liberal", de la cual los arequipeños Luna Pizarro y Mariano José de Arce iban a la cabeza tan confiados, seguros y religiosos como sus homólogos promonárquicos.

En vísperas de la llegada de San Martín a Lima y de la declaración de la independencia, el padre Arequipeño, el “liberal realista reformista” en el sentido de la Ilustración católica, parecía haber comprendido la importancia de la decisión popular por la independencia (incluso contra su "legítima composición" ) y; ante la posibilidad imposible de mayores daños al Perú y a la Iglesia, lo eligió sin vacilar, el también jurista arequipeño cumpliría un papel fundamental en los congresos constituyentes venideros, en 1822, 1828 y 1834.

Todavía queda mucho por hablar de la de loable labor de muchos intelectuales arequipeños y peruanos durante los primeros años de la república, lamentablemente muchas de sus ideas quedaron como utópicas al no ser adoptadas por los poderosos que detentaban las decisiones; y así como el también arequipeño Pío Tristán decidió alejarse de la política por sus profundas desilusiones con quienes detentaban el poder desde Lima, es labor de aquellos que defendemos el liberalismo en nuestro país recordar aquellos pensamientos acciones y pensadores que planeaban un modelo de país bastante distinto al que tuvimos durante gran parte del siglo XIX, es menester, tal como está haciendo Javier Milei en Argentina retornando a las ideas de Juan Bautista Alberdi, recordar a nuestros propios próceres que propusieron un modelo mucho más adecuado, aborreciendo el caudillismo retrógrada y empobrecedor que tuvimos por décadas y cuyas secuelas seguimos viendo hasta la actualidad con esta clase política tan parasitaria y detestable que tenemos.

Alejandro Arestegui
18 de agosto del 2023

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