Eduardo Zapata

Inflación lingüística e institucionalidad democrática

Corrección/incorreción gramatical y ciudadana

Inflación lingüística e institucionalidad democrática
Eduardo Zapata
12 de febrero del 2020


Allende los tiempos –y hablamos de los noventas– se impusieron en el lenguaje político, y casi sin resistencia, expresiones como “interpretación auténtica” o “Congreso constituyente democrático”. Y aquende los tiempos sufrimos el “no se cayó, se desplomó”, “fue un accidente, no algo sistemático”; para no hablar de los encomiásticos “no somos el primer país sino el tercero en feminicidios” o “hemos mejorado unos puntitos en PISA”. Casi, casi voz del “Chorri”.

Y así vivimos desde hace unos treinta años. En el “casi”, donde nada es definido cabalmente y donde también lógicamente nadie es responsable de esa nada. Si hasta tenemos un tratado con entidades y personas que nos han estafado y, al parecer, les vamos a tener que pagar. “No fue voto de no confianza, sino denegación fáctica”.

Hugo Neira –que es historiador, sociólogo y escribe bien– anda desesperado por la mala calidad de la lectura y de la escritura. Con auténtica razón. Pero en esta nota no queremos hacer un listado de dislates lingüísticos vacíos de significados o referentes (esa es la inflación lingüística), y tampoco queremos volver a insistir en que resulta inexcusable que ¡en 12 años de estudios! no aprendamos siquiera a leer o escribir.

Queremos ir más al fondo de lo que nos revelan estas emisiones lingüísticas inorgánicas. Queremos puntualizar qué nos revelan estos ´juegos ambiguos de lenguaje´, como si de esto se fuese a encargar el viento para llevárselas y no dejar huella. ¡Y claro que esas expresiones dejan huella! Particularmente en la construcción de ciudadanía. Porque la pérdida de fe en la palabra, peor aún en la palabra pública, horada la confianza en ella. Y si no hay confianza, menos puede haber acuerdo.

¿Se ha fijado usted en las terribles faltas de concordancia gramatical de ´periodistas´ y ´autoridades políticas? ¿Lo ha hecho al leer los diarios y ha percibido el divorcio entre sujeto y predicado?

No. No hablamos de simple corrección idiomática; sería mucho pedir. Queremos hablar de un error más profundo que compromete –lo adelantamos– garantías esenciales de las personas que suscriben un contrato. Para decirlo en simple: la ruptura de la concordancia gramatical no es solo asunto de género y número, sino que obnubila en la mente de los usuarios del lenguaje lo que deberían ser actores y hechos debidamente esclarecidos.

¿Quién dice qué a quién y para qué y cuándo? Es lo que está en juego debajo de la corrección/incorrección de la concordancia gramatical y ciudadana.

Eduardo Zapata
12 de febrero del 2020

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