Luis Hernández Patiño
El presidente Trump y el ilusionismo de nuestros derechistas
Una lucha por la supremacía y el dominio del poder global
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Hay quienes ven al señor Trump como si este fuese el líder máximo, el abanderado de la “batalla”, en contra de la izquierda progresista y globalista, a la que hoy se le identifica como el movimiento “woke”. Más aún, las medidas tomadas con relación a la USAID (por citar un ejemplo) invitan a pensar a los hinchas de Trump que este sería el más grande derechista que existe. Basta ver el fervor con el que estos lo aplauden y hasta se quedan roncos cuando celebran sus medidas.
Pero aquellos derechistas de café, que pertenecen a las clases medias y altas de nuestra sociedad hispanoamericana, deben darse cuenta que lo que se viene produciendo es un proceso político, que no se puede interpretar desde un enfoque en el que todo se reduce a una confrontación maniquea entre dos “equipos”: la izquierda y la derecha. Lo que hoy estamos observando, con una inevitable atención, tiene relación con la lucha que se da por la supremacía y el dominio del poder global.
Hoy se perfilan tres grupos o bloques que se están disputando el dominio del mundo. Uno de estos grupos es encabezado por China, otro por Rusia y el tercero por Estados Unidos. Cada uno de los mencionados bloques hace todo lo que esté a su alcance, para obtener el control del mundo, y en ese contexto, EE.UU. ha empezado a replantear su juego político, como parte de un proyecto profundo.
Por cierto, en Los Estados Unidos se ha producido un cambio de objetivos en lo más profundo del estado. El cumplimiento de tales objetivos pasa por una especie de reseteo, que compromete todo orden de cosas. Hoy, el propósito de Los Estados Unidos es volver a ser la cabeza hegemónica del capitalismo anglo sajón, así como del globo terráqueo, recurriendo para ello a factores y recursos innovadores tales como la inteligencia artificial, pero también y a su vez a recursos viejos, como el del proteccionismo económico, que permitió el crecimiento industrial de EE.UU. en el siglo xix.
Más allá de lo que pudiese representar algún tipo de batallita cultural, actualmente, la burguesía norteamericana parece pretender revivir aquel viento industrializador, que devastó al sur de Los Estados Unidos en la guerra de secesión, tal como lo refiere la novela en la que se nos relata acerca de lo que “El Viento Se Llevó. La guerra de entonces terminó, pero aquel viento industrializador no concluyó su tarea de llevarse ciertos obstáculos que hasta estos días dan la impresión de seguir vigentes, distorsionando las condiciones que sirven de marco a las relaciones de producción. Aquellos obstáculos tendrían que ser apartados, para que las fuerzas productivas del capitalismo (fuerzas ahora de tipo tecnológico) alcancen su desarrollo pleno.
La burguesía norteamericana requiere retomar su capacidad de revolucionarlo todo, al extremo de revolucionarse a sí misma, cosa que hace ya tiempo dejó de hacer. Ello es una imperante condición, porque solo así la burguesía podrá satisfacer sus propósitos como lo señala Marx en su manifiesto, y en ese contexto, el presidente Trump no es más que una figura que aparece en la cancha, para emocionar a los derechistas que se encuentran bien instalados en los palcos más cómodos, donde los pobres no necesariamente asisten, o solo se asoman para ofrecer sus humildes servicios.
Alguien me podría decir: “¿Y dónde quedan entonces todas esas medidas a favor de la vida, en contra del progresismo y su ideología de género?”. Cierto es que tales medidas se han tomado, como también se han tomado medidas en el terreno “religioso”, pero basta con observar qué ha ocurrido en lo que se refiere a la “Oficina de la Fe” de la Casa Blanca, para que más de un seguidor católico se vea desconcertado.
En el terreno de la geopolítica no se puede ser ni confiado ni ingenuo. Ya sabemos lo que le pasó a “don creía”. En este caso, habría que ver si esas medidas y todo lo que hemos podido apreciar en la disputa por el poder global, desde el 20 de enero, no son más que parte de un espectacular gambeteo que busca darle gusto a los hinchas. Observemos el panorama actual con mucha cautela, para no ser víctimas de nuestras propias ilusiones.
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