Dante Bobadilla
Basta de leyes basura
A combatir esta ola de irracionalidad progresista

Alguien dijo que mientras la legislatura está en funciones, nadie puede sentirse a salvo. Nunca tan cierta esta frase como ahora en nuestro país. La andanada de proyectos disparatados que salen de las comisiones del Congreso y de la mente de nuestros congresistas es de terror.
En solo un día leo que un genio quiere modificar el Código Civil para regular la tenencia de las mascotas en caso de divorcio; otro quiere regular la pensión escolar descontando los días que no se dictan clases, como si solo dictando clases se trabajara en un colegio. En una Comisión de la Mujer, que no me explico por qué existe, pretenden hacer optativo el orden de los apellidos de los hijos con el cuento de la “democracia familiar”, sin que eso ayude a nadie en nada. En otra Comisión han inventado el derecho al cuidado de los hijos por parte de la empresa. Mejor dicho, una gollería que la tendrá que pagar la empresa, además de todo lo que ya le han cargado encima a las empresas, como los lactarios y otras cosas que siguen sumando a los sobrecostos laborales. En otra han blindado a las mujeres políticas de toda crítica, apelando a la figura del acoso. Y hay mucho más. El Congreso es toda una feria permanente de leyes disparatadas.
Los peruanos ya tenemos pesadillas con el Congreso, como si Freddy Krueger, Chucky y Hannibal Lecter estuvieran haciendo leyes. Yo no tengo duda en apoyar la bicameralidad a ojo cerrado. Es urgente. Y hasta propondría tres cámaras para estar a buen recaudo de las salvajadas que salen de la mente de estos legisladores. Una sola cámara, sin frenos para los desvaríos mentales de los congresistas, es de temer. Creen tener patente de corso para legislar sobre lo que les viene en gana. Terminan metiéndose en todo, hasta en la vida privada. Y les encanta regular las tarifas, penalizar las conductas impropias, inventar derechos que otros pagan, igualar a la mujer con el hombre en todo y a la mala, etc. ¡Ya basta!
Muchas de estas leyes salen de la propaganda ideológica del progresismo, empezando por el ridículo igualitarismo social y los falsos derechos, todo orientado a incrementar la conflictividad social, que es la tarea primordial de la izquierda. Le hacen creer a la gente en el igualitarismo y que tienen el “derecho” a que otros les paguen sus necesidades. Son puros dogmas ideológicos. Un derecho no es algo que alguien te tiene que pagar, es algo que nadie te puede quitar. La igualdad no existe en el escenario humano. Nadie es igual a otro. Ni siquiera en una familia. Pero han declarado ciertos sectores sociales como privilegiados.
Un tema de nunca acabar es la invención de falsos derechos al por mayor. Cada vez que quieren imponer algo sin argumentos lo convierten en un derecho, con lo cual pretenden que no haya discusión, ya que todo derecho es sagrado e incuestionable. La Constitución está repleta de estos falsos derechos. Por ejemplo, el supuesto derecho al trabajo convierte al trabajador en un ser intocable y dueño de lo ajeno, ya que al creador del puesto laboral se le expropia el puesto para entregárselo al que lo desempeña. ¿Quién va a crear puestos laborales si serán expropiados por la ley a favor del empleado? ¡Ridículo! De allí vemos el constante y absurdo espectáculo de trabajadores exigiendo reposición en su puesto laboral, como si se tratara de una propiedad privada que les pertenece.
El progresismo ha infectado la mentalidad de la sociedad con mentiras. Ahora han puesto de moda la “lucha contra los estereotipos”. Otro disparate ideológico. Los peores estereotipos nacen de una mente progresista porque siempre está contra la realidad en aras de una ilusión ideológica. Están empeñados en eliminar las diferencias entre hombres y mujeres yendo en contra de la naturaleza. Cualquier rasgo que identifique a un varón o a una mujer, producto de la biología humana y de la antropología cultural, se señala como un “estereotipo”. Es decir, algo nefasto, negativo, que debe ser erradicado en aras de una igualdad absurda y artificial. Lo diré con claridad: es una completa estupidez. Hay que estar prestos a combatir esta ola de irracionalidad progresista y a detener tantas leyes absurdas.
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