Carlos Adrianzén

Des-cubriendo el drama de la inseguridad ciudadana

El resultado concreto y previsible de una receta progresista

Des-cubriendo el drama de la inseguridad ciudadana
Carlos Adrianzén
30 de abril del 2025


La creciente inseguridad ciudadana que sufrimos todos los peruanos dibuja un terrible drama nacional. Cada día, desde hace una década, esta destruye una enorme cantidad de vidas, proyectos, empleos, inversiones, empresas e instituciones –y mal asigna recursos– a lo largo de todo el país. Ella nos enrostra nuestra fragilidad como personas y como nación. En estas líneas descubriremos parte de lo que es. Parte de un Programa de Ingeniería Política Progresista dirigido a justificar mayor intervención estatal. Justificar un tránsito hacia el totalitarismo, diría un politólogo educado. 

Para nada resulta una casualidad que, en la penosa Latinoamérica de estos tiempos, con personajes oscuros como López Obrador o Petro, se dé con especial dureza. Y es que -temporal y transversalmente- en la región se han demolido judicaturas, policías o sistemas de comunicación social mientras nuevas masas de gente sin educación o empleo e inmigrantes buscan sobrevivir a como dé lugar.

El cuadro, tiene, como todo programa generalizable de este tipo, (I) precondiciones antesala; (II) factores desencadenantes; (III) receta nuclear y (IV) maduración. Nada resulta aquí casual, ni producto de alguna aislada incapacidad burocrática, como se nos intenta repetir a diario.

Desde hace más de una década, institucionalmente se nos ha dañado. Como sistema, los estamentos de la sociedad peruana hoy toleran sucesivamente administraciones incapaces de ofertar el bien público por excelencia (El Orden Público); y lo que resulta mucho peor, que ni siquiera parecen estar interesados en el por qué sucede esa desgraciada situación.

La realidad hoy nos muerde… mientras a lo largo de seis presidencias de izquierda consecutivas (Humala, Kuczynski, Vizcarra, Sagasti, Castillo y Boluarte)- se da la espalda a decenas de millones de compatriotas. A lo largo de todo el país, semana tras semana, sufren la destrucción de sus vidas, de sus proyectos, de sus empleos, de sus inversiones, de sus empresas e instituciones; y la mala asignación de los recursos que deberían proveerles al menos servicios básicos.

En medio de todo esto se repite una narrativa muy torpe. Necesitamos un nuevo líder salvador, nacionalista y –por supuesto– socialista. Sí, como Adolfo Hitler en la Alemania de la primera posguerra mundial; o como la Cuba de los burdeles caribeños; o como Hugo Chávez en Venezuela, luego del continuado fracaso de los adecos y copeyanos. Solo que, con este tipo de salidas -recuérdelo- todo cambia para que nada cambie en la senda al más estrepitoso fracaso social que usted pudiera imaginarse. 

La explicación para entender la actual crisis de inseguridad ciudadana es simple y hasta torpe. Los progresistas necesitan caos para llegar al poder presentándose como salvadores. Tienen pues su vía.

 

Las antesalas

Primero necesitan pésimos gobiernos y –en el caso peruano– anti reformas (cambios regulatorios irracionales). No es casual que desde la gestión de Humala-Heredia hasta Castillo-Boluarte se haya deprimido recurrentemente la inversión privada, re-enervado la incidencia de la pobreza y desintegrado el robusto crecimiento economía nacional (de 7% a -1%); mientras se repetía mediática y anti- empíricamente que manteníamos en modelo económico. 

El primer gráfico aquí (A) descubre un grado de intervención estatal nocivo. No tan nocivo como el registrado en Cuba o Venezuela. Pero recurrentemente lejano al ideal Finés y hasta del oscuro caso chileno.

En este contexto, nada casualmente, se construyó una Caja de Resonancia Mediática. Una media afín al gobierno de izquierda de turno; con una pauta fiscalizada (penosamente dependiente de los presupuestos estatales). Esto mientras la narrativa oficial repetía que los fracasos económicos del gobierno se explicaban básicamente por una deficiente comunicación de inexistentes “logros”. Algo disonante para cualquier observador. Pero que enerva el negocio de los titulares sobre la violencia ciudadana.

De hecho, desde que la receta progresista maduró, casi podríamos decir que los medios locales, sus fantasmas y sus circos, informan poco más o menos sobre esta materia y algún otro punto, eventualmente.

 

La bomba social

Pero nadie puede negar que, el cada vez menor ritmo de crecimiento peruano en el periodo 2012-2022, nos pasó la factura en términos sociales. 

Imagínese una sociedad en la cual más de un quinto de su población entre 19 y 24 años de edad, ni estudia, ni trabaja (“ninis”). En el Gráfico C el porcentaje de “ninis” sube en ocho por ciento en una década. 

Pero estos desarrollos dibujaron solo parte de la foto. Con instituciones sólidas, con una judicatura y policías eficaces y no corruptas, la inseguridad caería dentro de un orden público eficiente. Bueno pues, esto no fue lo que nos ha pasado.

 

La receta de los progres

Más allá de las creencias, la data torturada habla claro (ver Gráfico D). Aquí se ha registrado un proceso. Se ha corrompido y justificado la inoperancia de la burocracia involucrada -Ingredientes 1 y 2-; se ha tolerado cierta violencia ideológica como toma de carreteras ideológicamente afines -Ingrediente 3-; se ha instaurado un ambiente donde los estimados del Banco Mundial respecto al cumplimiento de la Ley son deprimentes. Una receta.

No hay orden.

En río revuelto, ganancia de pescadores. La actividad delincuencial local ha florecido y la inseguridad de los ciudadanos explota día a día. Con ello, la frustración social se enerva y el objetivo de aludido programa progre de ingeniería social se acerca a su objetivo: la gente pide –y ello trabajan para que la gente vote por un ejecutivo y legislativo– un dictador de izquierda. Una mano dura.

 

La batahola cotidiana

Solo una atingencia. La gente vive en una espiral de violencia e inseguridad en todo el país. Pero, como “matarifes” nos morimos de hambre (ver Gráfico E). El sustrato de la inseguridad tiene fundamento en un patrón creciente de quiebras del orden: Aunque si nos comparamos con naciones veladamente socialistas como México o Brasil, notaremos que el trabajo de la caja de resonancia mediática -el brazo comunicación de la receta- es muy efectivo. Tanto en redes como en planos tradicionales. Como hermanitos.

 

Cómo entender y resolver el problema

Aquí la cosa es sencilla. Desde el gobierno se ha hecho lo necesario para crear un enorme problema de inseguridad ciudadana. Esto es real y tremendamente dañino y destructivo. Mientras desde los medios nos aterrorice, y desde la políticas erradas del gobierno se sigan añadiendo “ninis” e inmigrantes, en un ambiente donde la burocracia local no solo abdica, sino que carece de las características y capacidades necesarias para minimizarla, el problema crecerá.

Sostener que –ceteris paribus– un nuevo ministro o régimen puede resolverlo todo eficientemente, sugiere el marcado desprecio por la realidad. Recuerde esta es la narrativa de la izquierda en el poder. El terrible cuadro actual es el resultado concreto y previsible de una receta progresista. No lo olvide: necesitan razones para inflar el gobierno y su opresión.

Sostener esto -descubrirlo- es una blasfemia hoy.

Carlos Adrianzén
30 de abril del 2025

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