Cecilia Bákula
La batalla de Junín
Una hazaña militar fundamental para la consolidación de la libertad del Perú

El 6 de agosto es una fecha memorable para los peruanos y muy destacada en nuestra historia patria. No se trata tan solo de un feriado más, que hace parecer que los peruanos fuéramos más que adictos al reposo, lo que no es cierto; es una fecha en la que el valor y coraje de los nuestros dejó una huella imperecedera aunque, lamentablemente, muchos peruanos no tengan la necesaria información al respecto y pudiera pensarse que es un “feriado” sin mayor sentido.
Lo cierto es que ese día conmemoramos con emoción y gratitud una hazaña militar histórica y fundamental para la consolidación de la libertad del Perú. Recordemos que, en 1821 don José de San Martín declaró, promulgó y juró la Independencia; pero ésta debía ser aún consolidada en el campo de batalla y Junín, evento militar que tuvo lugar el 6 de agosto de 1824, fue el primer eslabón de esa consolidación. Y de muchas maneras, militares, políticas, humanas, populares y psicológicas, generó óptimas condiciones que coadyuvaron al rotundo éxito que meses más tarde significó la victoria obtenida por Antonio José de Sucre en Ayacucho.
Ya días antes, estando en Rancas, el Libertador había elevado el espíritu de los patriotas con la célebre proclama que pronunció:
“¡Soldados! Vais a completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los hombres: la de salvar un mundo entero de la esclavitud. ¡Soldados! Los enemigos que van a destruir se jactan de catorce años de triunfos. Ellos, pues, serán dignos de medir sus armas con las de ustedes, que han brillado en mil combates. ¡Soldados! El Perú y la América toda aguardan de ustedes la paz, hija de la victoria, y aún la Europa liberal les contempla con encanto porque la libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del Universo. ¿La burlarán? No. No. Ustedes son invencibles”.
En un terreno tan accidentado y con un ejército patriota más emocionado y dispuesto que bien preparado, y con pocas vituallas para la ocasión, se enfrentaba al ejército realista. Se libró una batalla encarnizada en donde la lucha cuerpo a cuerpo, bayonetas en mano y con todo aquello que pudiera servir para defenderse se unió a la valentía de los nuestros y se pudo lograr la victoria. En esas condiciones, nuestro triunfo no podía estar asegurado, máxime cuando en un momento, el escuadrón que lideraba el general Miller, que debía acorralar al ejército realista, no pudo culminar esa operación y la derrota apareció como un fantasma en el horizonte. En esas circunstancias, Bolívar empezó a dar pasos hacia la retirada y nuestras fuerzas empezaban a replegarse ante la persecución que provenía de las fuerzas de Canterac.
No obstante, con la astucia propia de los nuestros, la valentía, el arrojo y la seguridad de que los instantes en la historia son los que pueden modificar el curso previsto por los hechos, es que el mayor José Andrés Rázuri percibe un flanco de debilidad en las huestes realistas y una oportunidad de atacar. En un acto de histórica “desobediencia”, decide no acatar las órdenes de retirada que impartió La Mar y por el contrario dio la instrucción de ir con todas las fuerzas contra la caballería realista que fue tomada por sorpresa pues no pudo anticipar la acción patriota y fueron reducidos y sus fuerzas minimizadas en una gesta de estrategia instantánea y arrojo contundente de los peruanos. Se comprendió la oportunidad del instante y se reorganizó a la caballería que infringió una derrota plena a las desconcertadas fuerzas realistas que había ya recibido la orden de Canterac de darse a la retirada, fueron perseguidas por los patriotas hasta diezmarlos evitando así cualquier posibilidad de reorganización y ataque.
En un acto de honor militar y una vez concluido el enfrentamiento, el general José de La Mar, jefe de la división peruana, requirió la presencia del mayor Rázuri y con emoción, refiriendo el desacato a la orden recibida, le dijo: “Debería usted ser fusilado, pero a usted se le debe la victoria".
Resulta interesante reproducir un fragmento del parte de guerra elaborado por el general Santa Cruz en el que revela la valentía sin límites del ejército patriota:
“…han destruido la orgullosa caballería española y toda la moral de su ejército. S. E. el Libertador, testigo del valor heroico de los bravos que se distinguieron en el día de ayer, recomienda a la admiración de la América al señor general Necochea, que se arrojó a las filas enemigas con una impetuosidad heroica, hasta recibir siete heridas; al Sr. general Miller, que con el primer regimiento del Perú, flanqueó al enemigo con mucha habilidad y denuedo; al Sr. coronel Silva, que en medio de la confusión del combate rehizo parte de su cuerpo que estaba en desorden y rechazó a los escuadrones que lo envolvían… y el cuerpo de los Granaderos de los Andes, se mantuvo firme en medio de los peligros; con la destreza y resolución que honrarán siempre a los bravos del Perú…”.
En un espacio geográfico muy severo y a más de 4000 m de altitud, nuestros hombres libraron una batalla implacable que en solo 45 minutos derrotó a las fuerzas del virrey y no solo por sus armas, sino sobre todo por su arrojo, valentía y convicción. Las bajas en el lado patriota no fueron pocas, fueron muy significativas y se estima que más de un 45% del ejército patriota sufrió daños y severas pérdidas, pero la moral, la valentía y el espíritu de entrega de los patriotas, se logró esta hazaña militar.
Es por ello que el batallón Húsares del Perú pasó a llamarse Húsares de Junín; lucen gallardamente su uniforme de gala y constituyen con elegancia y bravío histórico su función de escolta del presidente de la República y constituyen uno de los regimientos históricos más destacados de nuestro ejército por su participación, además en la defensa del país en otras e infaustas guerras.
Cabe recordar que fue en 2022 cuando se dio una ley para establecer como día feriado el 6 de agosto, para recordar la hazaña de Junín y su histórico significado. Y hacerlo a través de la docencia, la prensa, los medios de comunicación para que todos los peruanos no solo recordemos los hechos a veces no tan gratos de nuestra historia, sino que también relievemos con pundonor y orgullo aquellos que nos hacen únicos, victoriosos y merecedores de un futuro de gloria y progreso.
COMENTARIOS