Antero Flores-Araoz

Chancay: pasado, presente y futuro

De localidad agrícola a puerto estratégico mundial

Chancay: pasado, presente y futuro
Antero Flores-Araoz
12 de agosto del 2025


En pocas décadas, Chancay ha pasado de ser una localidad agrícola —cercana a Lima y con estrechos vínculos con la capital— a convertirse en un punto de interés estratégico para el comercio internacional. En el pasado, sus grandes hacendados, como las familias Bardelli, Boggio, Amat y León, Vizquerra, entre otros, administraban fundos importantes como Chancayllo y Laurie. Además, contaba con un atractivo turístico emblemático: el Castillo de Chancay, propiedad de la familia Barreto Boggio.

Chancay también fue una importante caleta de pescadores que abastecía a los establecimientos pesqueros de su puerto. Uno de los más antiguos, la Sociedad Industrias Conservas Alimenticias SICA, dirigida por Carlos A. Gutiérrez Hernández, evaluó trasladarse allí. Sin embargo, el gran calado del puerto llevó a desistir, pues su potencial lo proyectaba como uno de los puertos más importantes de Sudamérica, donde la pesca artesanal quedaría opacada por las futuras operaciones portuarias.

Años después, ya en retiro, el almirante Juan Ribaudo de la Torre impulsó el crecimiento de la Pesquera Diamante en Chancay y, tras estudios sobre el calado del puerto, sugirió atraer inversión china para establecer una ruta marítima directa y más económica entre el Sudeste Asiático y América. Así nació la idea de la ruta Shanghái–Chancay.

Tiempo después, la minera Volcan mostró interés y estableció contactos en China, principalmente con Cosco Shipping, una de las mayores navieras y operadoras portuarias del mundo. Esta compañía concluyó que Chancay era el lugar ideal para un puerto de gran envergadura, especialmente por su profundidad natural. Los empresarios chinos vieron en el Perú —ubicado en el centro de Sudamérica— la plataforma perfecta para aumentar exportaciones hacia Latinoamérica e importar alimentos de Brasil. Esto requeriría complementar el transporte marítimo con un sistema multimodal, incluyendo una línea férrea que conecte el Atlántico brasileño con el Pacífico peruano, aprovechando y potenciando las carreteras IRSA Norte e IRSA Sur.

Hoy, la primera etapa del puerto de Chancay ya está construida y en operaciones gracias a la inversión de Cosco Shipping y Volcan. Sin embargo, las obras complementarias que debía ejecutar el Estado peruano están prácticamente paralizadas. No se ha ampliado la carretera Lima–Chancay, no se han reforzado puentes, no se ha mejorado la seguridad urbana, y ni siquiera se cuenta con un plan de desarrollo urbano aprobado, a pesar de que la Municipalidad Distrital de Chancay presentó un proyecto integral a la Municipalidad Provincial de Huaral.

El diseño de las vías de acceso al puerto ha generado tensiones entre el Ministerio de Transportes y el Ministerio de Vivienda. Este último propuso, con buen criterio, que la carretera pase por terrenos rústicos, detrás de la ciudad, para evitar el caos urbano. En cambio, el Ministerio de Transportes quería un trazado por la ciudad y el litoral, incluso con tramos elevados, lo que implicaría costos y expropiaciones mucho mayores. La Presidencia del Consejo de Ministros ha permanecido pasiva, sin mediar para resolver el conflicto.

Esta indefinición retrasa el desarrollo urbano de Chancay y deja en el aire la ubicación de patios de contenedores, lo que amenaza con un crecimiento caótico. Esto es especialmente grave si se pretende convertir la zona en un clúster empresarial con actividades industriales y comerciales.

Actualmente, solo la Municipalidad Distrital de Chancay y el Ministerio de Vivienda parecen tener claro el panorama. La municipalidad ha creado un Consejo Consultivo presidido por Roque Benavides e integrado por destacados exministros, oficiales retirados de la Marina, decanos de colegios profesionales y expertos, que aportan legitimidad y seriedad a las propuestas.

Los inversionistas han cumplido con creces y a gran velocidad: el puerto ya está operativo. Pero las obras que competen al Estado avanzan con una lentitud desesperante, más propia de una tortuga renga que de un país que quiere aprovechar una oportunidad histórica. Si la burocracia no reacciona, Chancay podría convertirse en otro caso de potencial desperdiciado por desidia e impericia gubernamental.

Antero Flores-Araoz
12 de agosto del 2025

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