Luis Enrique Cam
Alfonso Ugarte: empresario y héroe
A 145 años de la epopeya del Morro de Arica
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Es común escuchar críticas hacia los grandes empresarios, acusándolos de egoísmo, codicia y frivolidad. Estas afirmaciones no son nuevas; incluso Séneca advertía que la acumulación excesiva de riqueza solía estar ligada a la corrupción, el engaño o la explotación. Sin embargo, toda generalización es injusta. Existen, y han existido, empresarios o industriales honestos que trabajan con verdadero compromiso por el bienestar de sus empleados y el progreso del propio país. Uno de ellos fue Alfonso Ugarte Vernal, un hombre generoso, patriota y héroe del Perú.
Un empresario ejemplar
Nacido en Iquique el 13 de julio de 1847, Alfonso Ugarte provenía de una familia acaudalada de Tarapacá. Su educación en prestigiosos colegios de Valparaíso y Europa le permitió dominar el francés, las humanidades y desarrollar una visión empresarial innovadora. A temprana edad, consolidó y expandió la fortuna familiar con inversiones en la agricultura, el comercio y la explotación del salitre.
Más allá del éxito económico, Ugarte destacó por su espíritu solidario. Fundó la compañía de bomberos de Iquique, fue elegido alcalde en 1876 y participó activamente en diversas obras de caridad.
De empresario a guerrero
En 1879, su vida tomó un giro radical. En vísperas de su matrimonio con Timotea Vernal y a punto de viajar a Europa para concretar un importante negocio, recibió la trágica noticia: Chile le había declarado la guerra al Perú.
Sin titubeos, Ugarte fue el primero en encabezar la suscripción de fondos para la defensa nacional, donando diez mil soles y comprometiéndose a aportar mil soles mensuales. No se limitó a financiar la causa; con su propio patrimonio, organizó, equipó y comandó el batallón de infantería "Iquique", conformado por 400 guardias nacionales, en su mayoría trabajadores del puerto y agricultores. A cada soldado le proveyó uniforme y armamento.
Decidido a luchar, pospuso su boda y canceló su viaje. Sabía que su fortuna no podía compararse con el honor de defender a la patria.
La lucha y el sacrificio
Consciente del destino que le aguardaba, el 4 de noviembre de 1879 redactó su testamento:
"Declaro que soy cristiano, que profeso y creo en la religión católica y que vivo y muero en tal creencia. (...) Declaro que soy soltero, y que no tengo hijo alguno. Dejo todos mis bienes a mi madre. A mi hermana Isabel Ugarte un legado de 150 mil soles y a mi hermana Luisa Hillinger otro de 50 mil. Para Timotea Vernal 15 mil soles porque le prometí casarme con ella y el tiempo no lo ha permitido efectuarlo como tenía resuelto. Dejó a la Beneficencia de Iquique cuatro mil soles para el hospital. Dejo a los pobres de Tarapacá tres mil soles que lo repartirá mi madre”.
Incorporado al Ejército, no fue un oficial de escritorio. Luchó codo a codo con sus hombres, sufriendo las penurias del hambre, la sed y las inclemencias del desierto. En la batalla de Tarapacá resultó herido en la cabeza, pero ni la fatiga ni el paludismo lo detuvieron. A pesar de su estado de salud, se negó a viajar a Arequipa para recibir tratamiento y permaneció en la guarnición de Arica, donde fue designado comandante general de la Octava División por el coronel Francisco Bolognesi.
Con la derrota del ejército aliado peruano-boliviano en la batalla del Alto de la Alianza el 26 de mayo de 1880, el ejército invasor chileno procedió a asediar por mar y tierra el puerto de Arica.
El 1 de junio Alfonso Ugarte le escribe una carta a su primo Fermín Vernal:
“Aquí, en Arica tenemos solamente dos divisiones de nacionales defendiendo este punto, y aun cuando somos tan pocos, no podemos hacer lo de Iquique, abandonar el puerto y entregarlo, porque este es puerto artillado y tiene elementos de posiciones de defensa. Tenemos, pues, que cumplir con el deber del honor defendiendo esta plaza hasta que nos la arranque a la fuerza. Ese es nuestro deber y así lo exige el honor nacional”.
Presente en el histórico "Juramento de los Héroes", donde los oficiales de la guarnición se comprometieron a defender la bandera hasta la muerte, también estuvo junto a Bolognesi aquel 5 de junio. Ese día, el veterano coronel pronunció su célebre respuesta al parlamentario Juan José de la Cruz Salvo, quien le proponía la rendición de la plaza:
"Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho".
El Morro de Arica: un salto a la inmortalidad
Alfonso Ugarte batalló hasta el extremo de sus fuerzas aquel glorioso 7 de junio de 1880 cuando la plaza de Arica fue asaltada por un ejército 4 veces superior en soldados y elementos de combate.
En la cima del morro los parapetos peruanos fueron superados uno a uno. La defensa final, cuerpo a cuerpo, feroz y sangrienta, fue una verdadera carnicería. El cadáver del bizarro coronel fue hallado entre las rocas al pie del Morro días después de la batalla, consignado así por el párroco de Arica quien le dio sepultura en el cementerio local.
El legado de un patriota
En julio de 1890, los restos de Alfonso Ugarte fueron trasladados a Lima con honores militares y actualmente se encuentran, junto a sus compañeros de armas, en la Cripta de los Héroes del cementerio Presbítero Matías Maestro.
Alfonso Ugarte fue más que un gran empresario; fue un patriota y un héroe que entregó su fortuna y su vida por el Perú. Es el paradigma del civil que empuña las armas para defender a la patria invadida. Su memoria perdura en calles, plazas y avenidas que llevan su nombre, recordando su valentía y sacrificio como un símbolo de la juventud peruana que ama a su país hasta las últimas consecuencias.
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