Iván Arenas
Ahora viene la guerra por el relato
Se pretende victimizar al golpista Pedro Castillo

A juicio del suscrito, a medida que avancen los días y aparezca la tranquilidad, empezará a surgir (si no lo ha hecho ya) una nueva batalla: por el relato de lo que sucedió en el Perú desde aquel 7 de diciembre, cuando Pedro Castillo dio un golpe de Estado. Decía un periodista que quien logra convencer a los demás de que posee la verdad tiene el poder. ¿Podrán convencer al resto de peruanos los sectores golpistas que apoyan a Pedro Castillo de la verdad de su relato? Veremos.
Cuando Guido Bellido y cierta parte de la izquierda que apoya a Pedro Castillo presenta lo sucedido como un “golpe del Congreso” o desarrolla la idea que Castillo fue dopado u obligado a presentarse ante millones de peruanos y leer un comunicado, lo que en realidad están haciendo es construir un relato que les pueda servir no solo en el presente sino también en el futuro (sí, la izquierda piensa en el futuro)
La idea de un profesor rural, pobre y sindicalista que fue expulsado de la presidencia por un golpe Congresal es la poderosa narrativa que se vende y que logrará calar en una parte –aunque pequeña– de la sociedad, con la suficiente fuerza como para movilizarlos. Ahora bien, dentro de esa narrativa de un Castillo vapuleado por el establishment incluirán a las Fuerzas Armadas como victimarias. Que no les sorprenda que en los próximos meses los abogados de izquierda empiecen a enjuiciar a la cúpula militar por lo sucedido en estos días, no obstante que han cumplido de acuerdo al ordenamiento constitucional.
Frente a este relato, los sectores democráticos simplemente se han rendido. Como en su día el relato del “conflicto armado interno” ganó largamente por sobre el del “terrorismo de Sendero”, es altamente probable que en la guerra de relatos gane la izquierda. Y mañana más tarde intentarán aprovechar electoralmente esa victoria. A veces no son importantes los hechos sino lo que se cuenta de ellos.
Dina Boluarte, en especial, deberá procurar no ser devorada por el relato de los defensores de Castillo y un sector de la izquierda. Dejar que el relato la convierta en una “asesina” sería mortal para su futuro en un país donde todos los ex presidentes la pasan muy mal. Ahora viene entonces una guerra cultural, política, de mitos, de narrativas. Una guerra en la que la izquierda es experta.
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