LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Guerra política y 30 de setiembre
Reflexiones sobre la confrontación que no cesa
A un año del cierre del Congreso los balances, análisis y evaluaciones de los hechos parecen repetir el clima de guerra y enconos que ha caracterizado a la política peruana, sobre todo luego de las elecciones nacionales del 2016. Nadie puede empinarse sobre las pasiones y todos parecen tocar tambores de guerra, mientras los actores tratan de presentar imágenes como si la historia dependiera de una estrategia de información.
Al margen de “la constitucionalización de los hechos” del Tribunal Constitucional, ¿cómo se puede cuestionar la tesis acerca de que el cierre del Congreso fue inconstitucional si la figura de “la denegación fáctica” no existe en nuestra Constitución? Una cosa es una estrategia de información o desinformación y otra bien diferente es enfrentarse a la historia. Y el cierre del Congreso del 30 de septiembre del 2019 ya es parte de nuestra historia.
En ese sentido, contemplar a Salvador del Solar intentando justificar los hechos para que se encajen dentro de los cauces constitucionales es un ejercicio inútil. Algo parecido hicieron al siguiente año y varios después de los sucesos los autores del golpe del 5 de abril. Creyeron que las limpiezas dependían de una buena información. Han pasado tres décadas y siguen siendo lo que fueron el 5 de abril de 1992.
En ese sentido, el presidente Vizcarra y quienes lo acompañaron en el cierre inconstitucional del Congreso ya forman parte de nuestra reciente historia. Cuando las pasiones amainen y emerjan los nuevos Basadres que enjuicien la historia, sin los ardores y los fuegos de la actual guerra política, veremos las similitudes y diferencias entre el 5 de abril y el 30 de septiembre.
Sin embargo, para ser justos y equilibrados con los hechos, el cierre inconstitucional del Congreso del 30 septiembre no empezó con la administración del presidente Vizcarra. En realidad comenzó luego de las elecciones del 2016, cuando Fuerza Popular se embarcó en ese juego de acciones y reacciones que no termina hasta hoy. Algunos días atrás, incluso, se redactó un nuevo capítulo de la guerra con el rechazo a la vacancia presidencial.
Como partido pragmático, sin ideología y reducido a un plan de campaña electoral, Fuerza Popular no comprendió la guerra ideológica que sacudía al Perú y América Latina. De lo contrario hubiese hecho lo que indicaba el manual: sostener a cualquier costo la administración de PPK. Sin embargo, desde el 2016 hasta hoy se han producido dos intentos de vacancias frustrados, se desfiguró nuestra Constitución –con el referendo y “las reformas constitucionales”– se cerró inconstitucionalmente el Congreso y se desató un nuevo proceso de vacancia.
Apostar por una nueva política de convergencias y pretender construir una comunidad política demanda un diagnóstico desapasionado. Es la única manera de superar los errores que todos cometimos.
Hoy todos los logros institucionales, económicos y sociales de las últimas tres décadas han sido derribados y apenas permanecen en pie. El Tribunal Constitucional puede cambiar a libre voluntad la prescripción de las deudas tributarias (como sucedía en los regímenes soviéticos), la macroeconomía y el sector privado están más que golpeados y el nuevo gobierno que se instalará el 2021 está urgido y obligado a desarrollar un nuevo ajuste frente a la recesión y el aumento de la pobreza. Habrá que decir de nuevo ¡que Dios nos ayude!
En cualquier caso, el 30 de septiembre todavía sigue moviéndose en el análisis de la coyuntura, más allá de lo que se definirá en la historia. Pero siempre vale recordar que, si bien la historia se escribe con el brazo de los vencedores, a la larga ella tiene todas las interpretaciones que le otorga la buena voluntad de los hombres. Así que todos somos historia.
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