Dardo López-Dolz

Sendero Luminoso y El Frontón: treinta años después

Sendero Luminoso y El Frontón: treinta años después
Dardo López-Dolz
07 de marzo del 2017

Nuestros héroes siguen siendo perseguidos judicialmente

No tengo la menor duda de que si a Andrés A. Cáceres le hubiese tocado enfrentar la sanguinaria ofensiva unilateral del maoísmo senderista —en lugar de el ejercito chileno de ocupación— hoy estaría enjuiciado ad infinitum, como los marinos que debelaron el motín armado de los terroristas en El Frontón hace treinta años.

No hay un solo país serio en el mundo que haya alcanzado solidez institucional permitiendo que los aliados del enemigo persigan judicialmente ad infinitum a sus héroes. El objetivo es claro, que cuando las bandas terroristas del socialismo del siglo XXI pasen a la ofensiva, no haya en nuestros soldados la menor gana de hacerles frente.

Desde la Guerra de Vietnam quedó claro que en los conflictos bélicos contemporáneos no basta la victoria militar, si se descuidan el frente mediático, la academia y la magistratura. Permitir la infiltración del enemigo es un error muy caro, que con el tiempo tiende a poner el mundo de cabeza, pues se debilitan las raíces de la victoria inventando un nuevo lenguaje, reescribiendo falazmente la historia y demoliendo los cimientos del derecho civilizado.

Una sociedad que descuida ese frente puede acabar con un presidente de la Corte Suprema que se entusiasme con los secuestros y linchamientos, siempre que los perpetradores vistan poncho y ojotas; o un Tribunal Constitucional que se cepilla sin asco el principal pilar del derecho civilizado, la irretroactividad de la Ley. Afirmar que las convenciones sobre Derechos Humanos son retroactivas podría abrir las puertas, sin exagerar, a que si —por ejemplo— dentro de cuarenta años una convención sobre Derechos Humanos considera delito de lesa humanidad encender un cigarrillo, conducir un auto diesel o regar el jardín con agua potable, usted puede acabar preso.

En política no hay casualidades. Nada le caería mejor al entusiasmo de algunos por apresurar el fin de la administración de Kuczynski que generar los ingredientes para una interrupción abrupta del orden democrático, a la antigua, para cortar artificialmente el proceso por el que se irán desenmascarando los integrantes de las bandas corruptas que por décadas venían clamando ser modelos de honestidad. Con ello conseguirían desacreditar el proceso persecutorio y, de paso, endilgarle la responsabilidad al adversario más popular y temido.

No debería sorprender a nadie la vena delincuencial de esa especie política parida por la corrupta dictadura velasquista. Esa que liquidó (entre otras) la industria ganadera haciéndonos desde entonces dependientes de los productores externos de alimento para pollos (¿alguien cree aún que ese favor fue gratis?). Por lo mismo no me sorprende tampoco la jugada que describo.

La administración actual debe terminar su periodo, pero para ello tiene que poner de su parte. El primer paso es encontrar y exhibir más tino en la expresión pública, el segundo aprender cuando soltar lastre; mientras pone disciplina en la propia casa para poder realizar el control de daños.

Dardo López-Dolz

Dardo López-Dolz
07 de marzo del 2017

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