Dardo López-Dolz

Ama Sua, Ama Llulla y Ama Quella

Ama Sua, Ama Llulla y Ama Quella
Dardo López-Dolz
02 de febrero del 2016

Sobre los valores olvidados en el Perú

Sin importar la ideología, hay consenso absoluto en la intelectualidad peruana que la falta de valores y de institucionalidad son los dos problemas subyacentes a todas los demás problemas que nos aquejan como sociedad. Esto también es percibida, aunque intuitivamente, por el resto de la población.

El problema no es nuevo. “No seas mentiroso”, “no seas ladrón”, “no seas ocioso” fueron los tres pilares de comportamiento que intentó infructuosamente imponer el fallido imperio incaico. Los tres vicios estaban lo suficientemente extendidos. El incario tuvo como objetivo político combatir estos tres lastres que impidieron  el desarrollo.

Jamás Manco Cápac ni Pachacútec se hubieran sentido orgullosos de utilizar la mentira, el robo o la ociosidad. Menos aún exaltar su práctica como valor distintivo de raza.

Sobrevino el virreinato y la fusión cultural de dos imperios en decadencia y entonces se perpetuó el problema. La República, heredera de las sinuosas prácticas cortesanas y clientelistas, tampoco hizo el intento o logró hasta hoy instaurar un régimen virtuoso.

Hoy nos toca recoger la antorcha del Inca y trabajar por la instauración de valores e instituciones.

Mentir es afirmar algo que no es cierto. Evitar reconocerlo cuando la mentira ha sido descubierta es una forma más refinada de mentir y por lo tanto detestable y dañina.

Escudarse tras la espera del dictamen de una universidad o ente público (que para abundar comparten intereses con el autor de la mentira) equivale a esperar el diagnóstico de un ginecólogo, pariente del sospechoso, para confirmar si hubo coito, tras ser descubiertos desnudos en el lecho, el cónyuge y su amante. ¿Ingenuidad u ostra colosal?

Robar es apropiarse de algo ajeno para beneficio propio, sin que medie acuerdo con el propietario. Robar al trabajador su sueldo en el paradero, aprovechando un descuido, equivale exactamente a apropiarse del fruto del trabajo intelectual ajeno para beneficio propio.

Ocioso es aquel que desea tener bienestar y beneficios sin realizar el trabajo indispensable para obtenerlos.

Quien roba, lo hace porque no desea y/o no sabe cómo hacer el esfuerzo necesario para obtener el bien (tangible o intangible) del que se quiere aprovechar indebidamente. Entonces, por definición, el que roba es un ocioso.

El Perú es en esencia mestizo, quien lo niegue peca de atrevimiento y/o profunda ignorancia. Somos hijos de la fusión mayoritaria de lo ibérico con lo andino, con aportes de otros lugares de Europa, Africa, Asia y en menor medida del medio oriente. Para ser en efecto una “raza distinta”, cuyos logros generen admiración, tenemos que alcanzar los tres nobles objetivos del incanato.

Para ello necesitamos gobernantes que personificando ese esfuerzo. Que sean capaces de liderar a nuestro pueblo con suficiente humildad para reconocer los errores o aciertos. Incluído las buenas decisiones de las autoridades que los precedieron o de aquellos que afines políticamente o de aquellos que se encuentren en las antípodas ideológicas.

Solo hasta ahora el mensaje de una candidata contiene lo descrito en el párrafo anterior y a juzgar por las encuestas el pueblo lo reconoce.

Toca a los peruanos de bien que influyen a través de la prensa y las redes sociales, abocarse a la tarea de instalar en las mentes y las almas los principios Ama Sua,  Ama Llulla, Ama Quella.

Dardo López

2 de febrero 2016

Dardo López-Dolz
02 de febrero del 2016

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