La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Convergencia promercado y fin del antifujimorismo
La elección de PPK como Presidente de la República y la formación de una sólida mayoría fujimorista en el Congreso, más allá de cualquier pasión del proceso electoral, representan una de las mejores noticias para quienes abrazan el sueño republicano. Durante los dos siglos de Independencia de la metrópoli colonial, el Perú solo conoció el fracaso de las instituciones democráticas. La República se volvió inalcanzable e indescifrable ante la proliferación del caudillaje y la facción.
Pero el gran acontecimiento no solo tiene que ver con que se ha consolidado la cuarta elección nacional y se avanza hacia la quinta, con la reducción de pobreza a solo un quinto de la población y el impresionante crecimiento de las clases medias, sino con el hecho incuestionable de que en el Ejecutivo y el Legislativo están dos fuerzas que representan una mayoría abrumadora promercado, mientras que los proyectos estatistas han reducido su presencia significativamente.
El fracaso de la administración de PPK, de una u otra manera, afectaría el futuro político de todas las fuerzas políticas promercado en el 2021, sobre todo considerando que en las elecciones del 2006, del 2011 y del 2016 los proyectos estatistas y radicales casi logran alejar al Perú del ciclo virtuoso de crecimiento y reducción de pobreza que se inauguró con la Constitución de 1993, que abolió el estatismo, el proteccionismo y el Estado empresario.
Quizá por todas estas consideraciones, en las últimas horas el líder y fundador del PPC —Luis Bedoya Reyes—, y el ex presidente Alan García, luego de visitar al presidente electo, se mostraron profundamente interesados en que se produzca una reunión cumbre y entre el presidente PPK y la lideresa de la oposición, Keiko Fujimori. Las imágenes de PPK, Keiko Fujimori, Alan García y Luis Bedoya Reyes es una instantánea muy poderosa (a la que debería sumarse Luis Castañeda) del llamado elenco estable que, de una u otra manera, ha puesto el hombro para lograr el mejor momento de toda nuestra historia republicana. Es decir, esta República que —en realidad— es la primera República de los 30 millones de peruanos sin restricciones al voto y la propiedad.
La gran tarea que resta es convertir estas posibilidades de aproximaciones en energía política para impulsar las reformas para evitar el estancamiento económico y empezar a saltar hacia el desarrollo. Necesitamos un nuevo Estado y reformas institucionales; necesitamos enfrentar la asfixiante informalidad de la economía y la sociedad, necesitamos un verdadero shock de inversiones en infraestructuras y avanzar en las reformas educativas y de salud. No hacerlo es emprender el camino del fracaso y preparar la hora del radicalismo en el 2021.
Si se enrumba en esa dirección —es decir, la de las convergencias de todos los actores que forman la mayoría nacional promercado— no solo se consolidará la democracia y la economía de mercado, sino que se cancelará definitivamente la polarización entre antifujimorismo versus fujimorismo, que ha envilecido el espacio público y deteriorado las instituciones, y que ha sido el principal obstáculo para el surgimiento de un nuevo sistema de partidos, no obstante las cuatro elecciones sucesivas.
Sin ser demasiado conscientes, luego de la caída del fujimorato una década y media atrás, quizá recién estaríamos iniciando una verdadera transición política que nos permitirá desterrar el antifujimorismo y empezar a organizar una comunidad política que se proponga concretar el sueño republicano. La única novedad en estos años es que el principal beneficiado de esta absurda polarización —en contra de la mayoría de percepciones— ha sido el propio fujimorismo, hoy convertido en el principal partido del país y con un enorme arraigo popular.
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