La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Un error de Cipriani desata linchamiento injustificado
Una frase infeliz del cardenal Juan Luis Cipriani durante el programa “Diálogos de fe”, en el que se criticaba la reducción de la mujer a un simple objeto sexual, desató un linchamiento en las redes sociales que fue respaldado por algunos directores y columnistas de medios. La frase fue: “Las estadísticas nos dicen que hay abortos de las niñas, pero no es que hayan abusado de las niñas, son muchas veces porque la mujer se pone como que en un escaparate, provocando”. La frase desafortunada y equivocada, como la ha calificado el propio Cipriani, originó el linchamiento mediático pretendiendo presentarla como una “justificación de los violadores y de la agresión contra la mujer”, ignorando que en todo el programa radial Cipriani combatía abiertamente la cosificación de la mujer. Una carta aclaratoria posterior del Arzobispado de Lima también precisó el tema. ¿Alguien puede acaso creer que el jerarca de la Iglesia justifique la agresión a la mujer? ¿No estamos acaso ingresando a una especie de reino de la locura en el que todo vale?
Algunos, inclusive, señalaron que la marcha #NiUnaMenos del próximo 13 de agosto también debería desarrollarse contra el cardenal. Y sin querer queriendo, debilitaban una de las convergencias más interesantes en contra de la violencia de la mujer y del feminicidio que se ha producido en los últimos tiempos.
En este portal no compartimos los argumentos esgrimidos por el cardenal en contra de las teorías de género. Es más, consideramos que se necesita, inclusive, una crítica a la teoría del contrato social que explica el surgimiento de las democracias occidentales, tal como lo señala Carole Pateman en The sexual contract: si bien el contrato social moderno reconoce la igualdad de derechos de hombres y mujeres, es evidente que ese contrato fue realizado solo por hombres, con la exclusión de la mujer de los derechos civiles. Sin embargo nada justifica un linchamiento en base a una evidente mentira. ¿Por qué la izquierda no defiende su criterio con argumentos ideológicos? ¿Por qué se tiene que colgar de una frase errada para descalificar la obra y la trayectoria de un representante de la Iglesia?
En realidad la izquierda considera a Cipriani como un enemigo al que se debe eliminar porque él se ha enfrentado abiertamente al portaaviones intelectual de este sector político: la Universidad Católica. Y al hacerlo, el cardenal se ha convertido en un enorme muro contra el que se estrellan las estrategias de aquello que pretenden mangonear el poder sin ganar elecciones. No creemos que la izquierda defienda realmente los derechos de las minorías sexuales ni que desarrolle una defensa irreductible de los derechos de la mujer; de ser así, no estarían desarrollando estas guerras de difamación que nos recuerda lo mejor de las estrategias goebbelianas.
Muy por el contrario, al enfrentarse con la jerarquía eclesial, al intentar arrinconar la imagen de Cipriani para restarle influencia en la sociedad e incluso para retirar el programa “Diálogos de fe” de RPP, lo único que ha hecho la izquierda es convertir al abrumador y mayoritario mundo del catolicismo en el Perú en un mundo cada vez más militante con su jerarquía oficial y cada vez más reticente a los derechos civiles de las minorías. Las marchas por la vida, por ejemplo, fueron impulsadas por las iglesias y resultaron los eventos más masivos de nuestra historia. Y en el último proceso electoral ningún candidato (excepto la izquierda) se atrevió a cuestionar las orientaciones centrales de la Iglesia católica. En otras palabras, la izquierda pierde y el catolicismo avanza.
Si alguien cree que puede permanecer indiferente al intento de difamar al cardenal se equivoca de cabo a rabo. Es el mismo software con que se demonizó a Alan García, no obstante que hoy está exculpado del llamado caso de los narcoindultos. Es el mismo método que utiliza el fundamentalismo antifujimorista para evitar los acuerdos por la gobernabilidad entre el pepekausismo y el fujimorismo. Y es el mismo sistema que se utilizará para intentar acallar cualquier voz disonante del espacio mediático. En todo caso, este editorial se escribe porque defendemos la verdad, más allá de a quién beneficie.
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