Editorial Educación

La educación definirá nuestras posibilidades de desarrollo

Estado de derecho y reforma educativa para imaginar otro país

La educación definirá nuestras posibilidades de desarrollo
  • 23 de junio del 2025


La reforma educativa y el impulso a la innovación es el único camino que le garantizará al Perú estar entre los principales países del concierto mundial. Sin educación de calidad, sin ciencia ni tecnología, el Perú puede seguir avanzando, pero siempre será un actor de segunda o tercera línea en el planeta.

Por ejemplo, el Perú es un país bendecido por la geografía y los recursos naturales; no obstante, desde la fundación republicana hubo buenos momentos para la república, aunque siempre en la segunda o tercera línea mundial. Si el país siempre tuvo una costa con una profundidad ideal o calado para desarrollar los puertos que conectarán el océano Pacífico con las costas del Atlántico; si la cordillera de los Andes y las costas siempre estuvieron repletas de plata, cobre, oro y otros minerales, ¿por qué el Perú no se convirtió en una potencia mundial?

Una primera respuesta señalará que el Perú nunca consolidó un Estado de derecho, un sistema de instituciones, un sistema de justicia y seguridad que creara predictibilidad desde la fundación republicana. Es una verdad inconmensurable porque, finalmente, la riqueza de las naciones no proviene de su geografía ni de sus recursos naturales, sino de su capacidad institucional para crear valor. Sin embargo, la experiencia del camino hacia el desarrollo de los países occidentales y de los llamados Tigres del Asia establece una verdad incuestionable: el desarrollo demanda un protagonismo en la innovación científica y tecnológica.

Precisamente los llamados Tigres de Asia (Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y Taiwán) lograron abreviar el camino al desarrollo –que a Occidente le demandó dos siglos– en apenas cuatro décadas gracias a que hicieron reformas educativas audaces que posibilitaron crear un capital humano con alta educación y capacidad de innovación. De allí que, por ejemplo, Corea del Sur se haya convertido en una potencia mundial que exporta, incluso, productos de la IV Revolución Industrial.

En ese sentido, el Perú podría consolidar su Estado de derecho y convocar todas las inversiones para desarrollar su potencial económico. Imaginemos un país con el mejor aeropuerto de la región y con todas las vías de conexión necesarias para la ciudad, una capital con todos sus trenes y metros en funcionamiento, una sociedad con todas las minas de cobre en plena producción y todos los proyectos agroexportadores en desarrollo. Con este tipo de inversiones es evidente que todos los peruanos estarían bien alimentados y que el ingreso per cápita nacional se acercaría al de un país desarrollado. Sin embargo, sin educación de calidad, sin un sistema sanitario de primer nivel, el crecimiento de la economía carecería del capital humano para innovar en los mercados mundiales y seguir empujando al país hacia un incuestionable protagonismo mundial.

Sin capital humano, sin reforma educativa, entonces, en cualquier momento las posibilidades de desarrollo se estancan. De allí la enorme trascendencia de avanzar en la reforma de la educación, en la reforma del sistema universitario en general. En la educación básica se ha avanzado hasta el establecimiento de la base de la reforma educativa, por decirlo de alguna manera. Por ejemplo, de un total de 420,000 maestros de las escuelas públicas el 80% ya pertenece a algún escalafón de la Carrera Pública Magisterial. Una gran noticia en un sistema en el que los profesores eran nombrados por su filiación política antes que por méritos y calidad en la formación profesional. Sin embargo, es el primer peldaño de una elevada escalera para alcanzar la calidad educativa mundial.

Asimismo, en el sistema universitario de un total de 144 universidades, 98 de ellas alcanzaron el licenciamiento –condiciones básicas de funcionamiento educativo– y 46 fueron cerradas y salieron del sistema. Sin embargo, falta avanzar en el proceso de acreditación para conseguir que las universidades y carreras sean reconocidas por acreditadoras independientes internacionales y nacionales independientes del Estado, tal como sucede en los mejores sistemas universitarios del mundo.

En cualquier caso, el Perú necesita una educación humanista, científica y tecnológica para imaginarse como un país desarrollado. Todo puede funcionar, pero sin la educación todo será a medias. Y en esta trascendental reforma apenas se ha puesto la base en la educación básica y la educación superior universitaria.

  • 23 de junio del 2025

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