Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
Ponte en carrera presenta informe sobre educación y salarios
En todas las propuestas para reformar la educación, a nuestro entender, existen dos aproximaciones: una que plantea empoderar al estado y otra que propone empoderar a los consumidores, es decir, a los padres de familia y estudiantes que eligen un centro de estudios. Considerando que en el Perú el Estado es el principal responsable de la bancarrota educativa, en El Montonero consideramos que la clave de la reforma pasa por convertir a los consumidores en protagonistas de la reforma. En este contexto, los esfuerzos del portal Ponte en carrera merecen el aplauso general.
En el señalado portal, en base a un estudio de la Universidad del Pacífico, en el que participaron Gustavo Yamada, Pablo Lavado y Nelson Oviedo, se acaba de informar que una buena elección de un centro de estudio tiene la potencialidad de incrementar en 17.3% el sueldo mensual promedio del egresado que ingresa al mundo laboral. En Ponte en carrera también se precisa que la diferencia de los ingresos mensuales de quienes empiezan a trabajar se explica en un 60% por los ingresos familiares, una mejor formación básica, y los niveles educativos de los padres, pero la calidad del centro de estudios superior representa el 40% restante.
Si los padres de familia y estudiantes tuvieran información accesible acerca de qué centros de estudio y qué carreras ofrecen mejores oportunidades laborales, tarde o temprano, los claustros deficientes y ajenos a la calidad educativa desaparecerían por la elección de los consumidores. Ponte en carrera, entonces, avanza en la dirección correcta. Sin embargo, para que los consumidores puedan elegir adecuadamente tiene que existir acreditación de la calidad educativa y oferta educativa suficiente.
Aquí la pregunta que emerge es, ¿quién debe acreditar la calidad educativa? En la propuesta de reforma del Ministerio de Educación (Minedu) la acreditación debe regresar a manos del Estado, de los burócratas del sector. De allí los esfuerzos del Minedu en bloquear los más de 3 mil comités de calidad de centros de educación básica, institutos y universidades, porque se desarrollan según los procedimientos y estándares del Sistema Nacional de Evaluación y Certificación de la Calidad Educativa (Sineace), un organismo absolutamente independiente del Minedu. La idea de una acreditación independiente, ajena a una burocracia estatal, en general, responde los parámetros de las sociedades abiertas. La acreditación independiente en Estados Unidos perdura más de un siglo.
De otro lado para que los objetivos de Ponte en carrera se plasmen en la realidad se requiere que exista competencia en la oferta educativa. Cuando el sector privado no podía invertir en educación, existía una educación para los pobres (sector estatal) y una educación para los ricos (universidades asociativas). Con el ingreso de la inversión privada al sector surgieron universidades societarias de excelencia que ofrecieron carreras de primer nivel, pero con pensiones más bajas que las asociativas tradicionales (Católica y Cayetano, por ejemplo).
El problema es que el Estado y la ex Asamblea Nacional de Rectores se hicieron de la vista gorda ante el retraso de la acreditación de la calidad y no impulsaron observatorios como Ponte en carrera y, entonces, surgieron universidades como la César Vallejo que hoy se convierte en un escándalo con la campaña electoral de César Acuña. Semejante vacío hoy pretender cargar las tintas al sector privado y endiosar al Estado.
Como se aprecia el avance de Ponte en carrera plantea elementos de fondo para abordar la reforma de la educación en el Perú. Y, de ninguna manera, creemos que el sesgo burocrático y anti inversión privada representa el camino correcto.
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