Editorial Economía

¡El devastador daño causado por las oenegés antimineras en el Perú!

La urgencia de promulgar la ley que controla los recursos externos de las ONG

¡El devastador daño causado por las oenegés antimineras en el Perú!
  • 28 de marzo del 2025


El presidente del Congreso, Eduardo Salhuana, se demora más de lo pertinente en enviar al Ejecutivo la autógrafa de la ley que incrementa las funciones de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional (APCI) en el control de los recursos externos que reciben las oenegés en el país. Una ley necesaria que se propone fiscalizar los envíos externos a las oenegés que –a través de ONG en Derechos Humanos, en el medio ambiente, los temas de género y otros–, de una u otra manera, han organizado las narrativas dominantes en las últimas tres décadas en la sociedad, que han sido decisivas en las políticas públicas.

Algunos sectores de buena voluntad señalan que la ley comete algunos excesos que podrían afectar una cooperación necesaria para la sociedad, una aproximación que puede tener parte de la verdad. Sin embargo, esa atingencia de ninguna manera debería bloquear la promulgación de la norma porque el Estado de derecho necesita regular esta actividad. En el camino se deberían realizar algunas correcciones pertinentes, pero la ley es urgente y vital, sobre todo cuando el progresismo ha destruido el sistema de partidos con diversas normas que promueven la fragmentación política actual y la exclusión de la empresa privada de la vida pública, con el objeto de instalar una suerte oenegecracia.

Para ilustrar el efecto negativo y destructivo de la falta de control sobre los recursos externos de las oenegés vale señalar el papel de las oenegés antimineras en el frenazo de las inversiones en recursos naturales en el Perú. En el año 2000 un accidente de derrame de mercurio –como suele suceder en cualquier sociedad, incluso en las desarrolladas–, en Choropampa, en Cajamarca, marcó el inicio de la guerra de estas oenegés de orientación marxista en contra de la minería nacional.

No obstante que la minería moderna que emergía luego de las reformas de los años noventa era una respetuosa de los más altos estándares ambientales del planeta, el accidente de Choropampa sirvió para redactar los relatos acerca de que la minería era enemiga de los recursos hídricos que se destinaban al consumo humano y también para la agricultura. Hoy sabemos que todo era una mentira despiadada con el futuro nacional. 

Una década después de difundir estas narrativas se produjeron los bloqueos de los proyectos Conga en Cajamarca y Tía María en Arequipa, mientras las sobrerregulaciones en contra de la minería se incrementaban de 12 procedimientos a más de 265. Siguiendo el libreto de la guerra cultural neomarxista estas narrativas demostraron su poder: los medios de comunicación amplificaban estos criterios y en el Congreso, al margen de posiciones de derecha o de izquierda, se aprobaba una ley sobre una ficción, una leyenda, las famosas cabeceras de cuenca que prohibían actividades mineras sobre los 3,000 metros sobre el nivel del mar. El argumento: a esa altitud nacían las cuencas hidrográficas para el consumo humano y la agricultura. Falso de toda falsedad. Las cuencas nacían de las lluvias provenientes de la selva y, por lo tanto, había que construir represas y reservorios de agua para garantizar el agua de las regiones. El objetivo era detener el 80% de la cartera de inversiones nacionales en cobre que está encima de esa altura.

Confirmando que toda sociedad, así como se alimenta de pan también se nutre de relatos, las narrativas antimineras mostraron su poder e influencia. El movimiento radical antiminero de las corrientes comunistas asumió todas estas fábulas y las comunidades y pueblos se desconcertaron y hoy el Perú comienza a perder el segundo lugar en la producción mundial de cobre, mientras el bloqueo de la minería moderna alienta las invasiones y ataques de los mineros ilegales.

Por falta de control de los recursos de estas oenegés anticapitalistas es posible que los competidores mundiales del Perú en la producción de minerales hayan financiado estas campañas antipatrióticas para detener inversiones mineras y perpetuar la pobreza mientras ganaban millones en las bolsas del planeta. 

Y, por otro lado se produce una paradoja terrible: las oenegés progresistas lideraron las narrativas antimineras, supuestamente defendiendo el medio ambiente; sin embargo, el bloqueo de la minería moderna hoy es el punto de partida de la minería ilegal en oro y cobre que arrasa con el medio ambiente y el futuro nacional.

  • 28 de marzo del 2025

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