Eduardo Zapata

¿Y si el Sol no vuelve a salir?

Siempre habrá una “nueva normalidad”

¿Y si el Sol no vuelve a salir?
Eduardo Zapata
17 de marzo del 2021


Dueños del mundo, muchos jóvenes creyeron minusvalorar a los viejos políticos y -de paso, con la comparación con los pobres dinosaurios– socializaron la expresión viejos lesbianos. Convendría que, con un poco de humildad y respeto a nuestros amigos prehistóricos, recordemos que ellos reinaron sobre la tierra como auténticos dueños absolutos 60 millones de años. Y la especie humana toda tiene –a lo más– aún 200,000 años. Poco para ensoberbecerse. Poco para ningunear a los dinosaurios. Poco conocimiento del tiempo y las especies. Aun en el contexto de una expresión de broma sin sentido.

Pero esta nota de veras intenta aproximarse a lo que la comunidad científica estima que ocurriría si –como lo advierte el título del artículo– el Sol dejase de salir un buen día. De hecho, no lo advertiríamos de inmediato. Tardaríamos ocho minutos en percibir que la oscuridad ha ganado a la luz y que ha venido para quedarse. Apenas recibiremos transitoriamente la luz de la Luna, pero el resto lumínico tendrá que ser obra humana.

Cierto es que la fotosíntesis dejaría de existir y cierto que nuestras plantas desaparecerían, con los ´daños colaterales´ sobre los animales de la Tierra. Cierto también que el planeta se cubriría de hielo muy rápidamente. Pero los seres humanos sobrevivirían –en una ´nueva normalidad´ glacial– al calor del interior de la tierra y al oxígeno que exhalamos. No sufriremos su escasez.

Lo interesante es que, perdido nuestro centro de referencia, nos convertiríamos en una suerte de gran nave espacial que viajará por la Vía Láctea buscando –seguramente– un nuevo Sol que nos permita orbitar. En tanto, transitaremos entre asombrados y esperanzados por un camino oscuro del cual será difícil conocer los confines.

Y claro que el fenómeno ocurrirá. Por suerte faltan muchos años para que suceda. Pero ocurrirá inevitablemente. Y entonces nos tropezaremos con el pánico inicial, con la muerte de lo conocido y con una perplejidad inicial producida por las bajísimas temperaturas y los mares convertidos en hielo.

Algo de ese futuro estamos viviendo en este presente fugaz. Se ha apagado el sol de las viejas certezas y un virus –¡un virus!– nos ha dicho cuán pequeños somos a pesar de nuestra soberbia. Y qué cercanos estamos, analógicamente hablando, de estar viajando por el espacio –sin rumbo definido- en búsqueda del Sol perdido.

Más pronto que tarde lo hallaremos. Y tal vez hayamos aprendido que para viajar no se requiere de un gran equipaje de materialidades –es más, son un estorbo– y que los que viajamos somos nosotros. Desnudos con nuestro poco o mucho talento, con nuestra poca o mucha fortaleza.

Obvio que la ilusión y la iconicidad de los recuerdos nos harán albergar una tierra prometida similar a la perdida. Pero sería ya otra, si lo es. Y otros deberemos ser nosotros como viejos inquilinos de un nuevo sistema y una vieja historia.

Eduardo Zapata
17 de marzo del 2021

NOTICIAS RELACIONADAS >

Ya estamos grandecitos

Columnas

Ya estamos grandecitos

Se ha dicho aquí hasta el cansancio. Con Charles Morris y su se...

16 de mayo
Música y memoria

Columnas

Música y memoria

Las canciones se vuelven perdurables –y aun entrañables&n...

09 de mayo
Las escuelas populares en TV

Columnas

Las escuelas populares en TV

Ciertamente tengo buenos amigos políticos, periodistas y abogad...

02 de mayo

COMENTARIOS