Raúl Mendoza Cánepa
¿Y el partido liberal?
Que el Bicentenario traiga una revolución liberal

No es propio asociar fujimorismo con liberalismo, la Bancada Liberal no es liberal y todos los demás corren del centro radical hasta la izquierda. A decir verdad, no hay un partido liberal. La derecha (¿?) es conservadurismo moral y el progresismo es liberalismo moral, pero la moral no se come.
Interesante sería que el llamado “republicanismo”, que suena en ambos lados del espectro, tuviera por apellido “liberal”, porque no hay otro republicanismo que ese mismo que Sánchez Carrión soñó para el Perú cuando todo advertía que seríamos independientes, pero no liberales. Demasiados caudillos por un cofre: Estado idiota, cortesanía, sultanismo, anomia y sobrerregulación.
Y te preguntas todavía ¿por qué es tan importante ser liberal? Informaba El Comercio hace cien años (1919): “Para orgullo de América Latina, Argentina es uno de los países más ricos del mundo. Un cable procedente de Buenos Aires informa que se vienen efectuando las gestiones para que el gobierno de ese país garantice un préstamo de cien millones de pesos al gobierno alemán (…). Este proyectado préstamo se realizará en idénticas condiciones a las que se otorgaron a los aliados hace un año (…)”. Cáete porque hace un siglo Argentina era la Suiza americana y le prestaba a Europa, hasta que llegó el populismo de Perón y todos sus presidentes quisieron ser Perón y… ya sabes.
Con referencia a data del Banco Mundial, hoy en Argentina sabemos que las cosas van mal, obvio, 53% de sector privado (poco), 47% Estado. El PBI per cápita de Alemania (74% de sector privado), a quien le prestaba Argentina en 1919, es hoy de US$ 40,800 dólares al año; el de Argentina es US$ 11,644. Alemania tiene un salario mínimo de US$ 1.,782, el de Argentina es cinco veces menor.
Y todavía quieres ser de izquierda o vagas en nebulosas populistas. Singapur tiene un 89% de sector privado y es el segundo en la data con mayor PBI per cápita (US$ 64,582), es el que menos corrupción exhibe y menor desempleo. Lee Kuan Yew, que gobernó treinta años, produjo el milagro. Figura en el más alto ránking de educación. La suya fue una revolución liberal desde la miseria, aunque diseñó un aparato bastante severo para castigar delitos: libertad con orden. Su liberalismo mira a la economía privada como a una joya. Es el quinto país del mundo con más millonarios (10%). Desde luego, dos de sus fuertes fueron la inversión en la gente (educación) e infraestructura productiva.
Los países con mayor economía privada con relación al Estado son los que más PBI per cápita tienen, mayor es el salario mínimo promedio, menor es la corrupción y menor el desempleo. Singapur arriba, Nueva Zelanda, Suiza, Australia, Irlanda, Estados Unidos, Islandia, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Noruega, Corea del Sur. China es, desde luego, la economía que más crece. Su sector privado ha tocado un pico de casi 60%, y decidió dejar progresivamente el estatismo. Supo, modo trampa, que la mano de obra barata es también un acelerador. Poco que decir de su salario mínimo, que es bajo. Vicios estatistas. Muy abajo corre entre los malos, Liberia, Bolivia, Cuba, Venezuela y Corea del Norte. Más Estado, malos indicadores. Venezuela corre al subsuelo. Más pobreza, más corrupción, menos empleo.
La experiencia favorece a los que ensanchan su libre mercado y reducen su Estado y la regulación. Que el Bicentenario sea el de la revolución liberal que no firmamos en 1821, en nombre de una “separación de Estados” (a secas). Ladina forma de decir: “¡Fuera, Rey Fernando, que aquí manda y medra nuestro General!”.
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