Tino Santander
Y después del coronavirus, ¿qué?
El sistema social de semilibertad ciudadana
El debate de los filósofos Slavoj Zizek (esloveno) y Byung-Chul Han (coreano) sobre el destino de la globalización capitalista nos permiten comprender momentáneamente el destino de la humanidad después del coronavirus. Zizek señala que esta pandemia ha sido un golpe mortal al capitalismo, y que este no tiene otro camino para sobrevivir que el de reformarse. El mundo –según Zizek–, se encamina a una especie de estado de bienestar mundial, y el coronavirus se ha convertido en el sujeto histórico que impulsará esta revolución socialista que acabará con el individualismo neoliberal. Es más, vaticina la caída del Partido Comunista Chino y el desmoronamiento del autoritarismo asiático.
El coreano Byung-Chul Han, sostiene que el virus no derrotará al capitalismo. Al contrario, dice que este saldrá fortalecido y más salvaje que antes. Afirma que el aislamiento social individualiza más a la gente, porque el miedo solo la hace pensar en salvarse y salvar a su familia; alega que el coronavirus no puede reemplazar a la razón humana para construir un mundo mejor. Byung demuestra que las diferencias culturales de los europeos con los asiáticos hacen que estos últimos puedan enfrentar de mejor manera la pandemia, ya que los estados asiáticos tienen una mentalidad autoritaria, por su tradición confuciana, y están dispuestos actualmente a ser vigilados digitalmente. Además, sostiene que el sistema social de semilibertad ciudadana del Partido Comunista Chino se exportará con gran éxito a muchos países del tercer mundo.
El Perú está al margen de este gran debate intelectual. Los neoliberales buscarán que todo siga igual; es decir, seguirán con las posición de profundizar la privatización de la salud y la educación, y de reducir más al Estado, a un ente administrativo sin ninguna capacidad de regular la vida económica, social y, política del país. Por otro lado estarán las posiciones populistas que, en nombre del pueblo, agitarán consignas de un estatismo irracional que desprestigie más el sistema democrático. E irremediablemente llegaremos a una salida autoritaria, que siempre favorecerá a los grupos de poder económico.
Lamentablemente, en el Perú se impondrá la ideología de los poderosos, porque los sectores democráticos han abandonado al pueblo y se han aislado en sus barrios residenciales. Les apesta el olor popular, los aterra la vida en los cerros y desiertos sin agua ni desagüe, los atemorizan las zonas liberadas por el narcotráfico, el contrabando, la minería ilegal y, desprecian al pueblo que trabaja en las calles. Son demócratas y reformistas cuando se convocan a elecciones, donde pontifican sobre el Perú desde sus escritorios.
Los demócratas reformistas no comprenden que este es el momento de liderar una cruzada para salvar la democracia y reformar el Estado desburocratizándolo y agilizando la inversión pública y privada. Es urgente construir un Estado al servicio del país y no de intereses particulares. No hay otro camino. Por ahora, las clases medias altas cantan en sus barrios residenciales “Contigo Perú”, porque creen que todo volverá a ser igual, no ven que en el mundo se avecina una movilización gigantesca contra la desigualdad económica y social, y el Perú no será ajeno a ella. Es posible que la primera batalla política la ganen los poderosos e impongan un neofascismo que intente conservar el statu quo, pero no se dan cuentan de que surgirán nuevas formas de respuestas políticas contra el sistema, y me temo que serán más violentas que antes. No hay que ser un iluminado para darse cuenta de ello, solo hay que acudir a la historia.
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