Tino Santander
Transformaciones demográficas en el Perú virreinal
Sobre el más reciente libro del etnólogo y sociólogo Vidal Pino Zambrano
Hace una semana llegó a mis manos la primera edición digital de Transformaciones demográficas, territoriales y productivas en el Perú colonial: 1530-1820. De soberanías Compartidas a curatos, acompañada de un atlas con mapas y cuadros estadísticos. Leí y estudié esta obra con entusiasmo. Es el más reciente trabajo de Vidal Pino Zambrano (Cusco, 1954), cuya publicación en España y Perú está prevista para los próximos meses. Este libro complementa su obra anterior, Los Incas: población y producción. Entre la fantasía y la realidad (2021), sobre la cual hicimos un comentario en este portal en diciembre de ese año.
La nueva investigación de Pino Zambrano aporta una perspectiva revolucionaria al estudio del Perú colonial. Además de emplear teorías sociológicas y antropológicas, el autor utiliza censos históricos, mapas geográficos de David Cook y Antonio Raimondi, y modelado estadístico para reconstruir la población entre 1530 y 1820. También analiza los recursos naturales mediante sistemas de información geográfica, ofreciendo un enfoque multidisciplinario y riguroso.
El libro describe la organización territorial del Tawantinsuyo basada en ayllus y hatun ayllus, conectados por complejas redes de interdependencia. Pino Zambrano identifica 23 centros de alta concentración poblacional. En 1530, el territorio albergaba aproximadamente 2,7 millones de habitantes distribuidos en grandes ciudades, núcleos intermedios y pequeños asentamientos rurales. Las regiones más densamente pobladas eran la Suni (52,1%) y la Quechua (22,5%), adecuadas para actividades agrícolas y ganaderas.
Estas comunidades gestionaban los recursos naturales mediante soberanías compartidas, o "solidaridad orgánica", priorizando lo colectivo sobre lo individual. Sin embargo, con la llegada del virreinato, esta lógica fue desplazada. Las encomiendas y los obispados reorganizaron las relaciones sociales del Tawantinsuyo, imponiendo una nueva ideología que reconfiguró los valores y la legitimidad del poder.
El control demográfico virreinal —incluyendo pérdidas de población, migraciones forzadas y reducciones— desintegró las antiguas redes incaicas de reciprocidad y distribución. Esto generó resistencia inicial en los pueblos andinos, que posteriormente se adaptaron al sistema virreinal, creando un nuevo tejido social que dio lugar a la República de Indios y la República de Españoles.
El autor subraya el papel de las ciudades intermedias en este proceso. Estas urbes, con poblaciones de entre 10,000 y 20,000 habitantes, se especializaban en actividades agropecuarias y artesanales. Funcionaban como puntos de encuentro y negociación, conectando al Tawantinsuyo a través de una lógica de reciprocidad y trueque. Estas ciudades, híbridas entre lo rural y lo urbano, constituyen un objeto de estudio crucial para entender los cambios sociales tanto en el incario como en el virreinato.
Pese a su importancia, estas ciudades intermedias han sido en gran parte ignoradas por las ciencias sociales, que han centrado su atención en grandes centros urbanos como Qosqo o pequeñas comunidades rurales. Pino Zambrano destaca su relevancia para comprender el desplazamiento demográfico, la organización territorial y los cambios productivos durante el virreinato.
El autor presenta el virreinato como un sistema negociado, en el que los españoles dependieron de la estructura incaica para mantener y legitimar su poder. Aunque intentaron deslegitimar a los curacas, en la práctica crearon un pacto implícito de convivencia entre la República de Indios y la República de Españoles. Los curacas, aunque subordinados, resistieron, se enriquecieron y buscaron reivindicar su nobleza.
Este contexto marginó a criollos y mestizos, configurando una estructura social donde ambos luchaban por preservar su capital simbólico.
El libro incluye un atlas de mapas y cuadros estadísticos que ilustran los profundos cambios demográficos, territoriales y productivos. Estos documentos muestran la transición de las soberanías compartidas a los curatos, evidenciando el desplazamiento de la lógica incaica hacia la organización colonial.
Uno de los aspectos más destacados es la transformación de la agricultura y la ganadería. Estas actividades, fundamentales para la vida cotidiana, fueron más relevantes que la minería durante el virreinato, desmitificando la idea de una explotación exclusivamente minera.
Pino Zambrano concluye que los cambios sociales y económicos no fueron exclusivamente impuestos por los españoles, sino que también se gestaron dentro de la estructura social del Tawantinsuyo. Su investigación nos invita a reflexionar sobre la transición de las soberanías compartidas a los curatos y sobre la complejidad del Perú colonial.
Este magnífico trabajo no solo amplía nuestro horizonte intelectual, sino que también establece un nuevo marco para investigar la historia y la cultura peruana.
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