Tino Santander

La contrarrevolución conservadora en los Andes

Sobre el reciente libro de ensayos de Víctor Andrés Ponce

La contrarrevolución conservadora en los Andes
Tino Santander
20 de septiembre del 2024


Víctor Andrés Ponce ha escrito nueve ensayos bajo el título
Contrarrevolución en los Andes: Ensayos sobre el jacobinismo revolucionario y el fracaso de la república en el Perú. Este libro ofrece profundas reflexiones filosóficas sobre la historia y el destino del Perú, y está escrito con una pluma culta y amena, destacando el pesimismo existencial característico de los intelectuales conservadores. La obra se divide en dos partes: en la primera, Víctor Andrés analiza críticamente la razón, y en la segunda, describe la influencia del racionalismo jacobino en la fundación republicana. Este artículo es una reseña crítica de la primera parte de su investigación.

En la primera parte, Víctor Andrés establece el marco teórico de un manifiesto conservador que juzga a la razón desde la perspectiva de los filósofos Robert Nisbet y Edmund Burke. El autor sostiene que el racionalismo de Descartes y Rousseau es el origen del racionalismo ilustrado y moderno, el cual sostiene que es posible transformar radicalmente las instituciones y realizar una reingeniería de la sociedad.

Víctor Andrés afirma que Tocqueville era un conservador como Burke, pero nosotros creemos que, aunque Tocqueville no era exactamente un conservador, compartía ciertas preocupaciones típicas de esta corriente. Por ejemplo, advertía que la búsqueda fanática de la igualdad podría llevar a la limitación de las libertades individuales, y que la tiranía de las mayorías también podía restringir las libertades civiles. Sin embargo, estas preocupaciones fueron mitigadas por el sistema de contrapesos constitucionales en Estados Unidos. Tocqueville también sostenía que la religión era un elemento fundamental para la democracia, ya que actuaba como un factor de cohesión social; no obstante, en la Norteamérica contemporánea, la religión ha perdido gran parte de su influencia en la vida cotidiana.

Víctor Andrés también menciona los argumentos de la Escuela de Frankfurt, representada por Max Horkheimer y Theodor Adorno(1), señalando que sus críticas al racionalismo son fallidas porque no presentan un programa alternativo al uso de la razón para entender la totalidad. Estos autores sostienen que la Ilustración, lejos de liberar a la humanidad a través del conocimiento, terminó subordinando la razón a fines utilitarios y de control.

Ponce critica además a los filósofos posmodernos, considerando erráticas sus posturas, pues sus propuestas no se apartan de los marcos racionales. Resume el argumento de Lyotard, quien afirma que los metarrelatos de la ciencia y la razón han perdido legitimidad. En cuanto a Foucault, Ponce debate su postura de que la razón y la ciencia no son neutrales en el descubrimiento de la verdad, ya que están integradas en las estructuras de poder y control. Finalmente, critica a Derrida, quien sostiene que el logocentrismo privilegia el "logos" (la razón, la palabra, el discurso) como fuente principal de significado y verdad, destacando que, a pesar de sus críticas, Derrida no abandona el marco racional.

La crítica conservadora, según Ponce, tiene una comprensión limitada de la razón al separarla de la realidad histórica. La razón no está apartada de la tradición o las instituciones sociales, sino que las incluye y trasciende en un proceso evolutivo. La tradición y la realidad son parte de la expresión de la razón en el mundo.

Por su parte, los posmodernos ven erróneamente a la razón como una construcción de poder opresivo. La razón, lejos de ser un instrumento de control, es un proceso dialéctico que incluye el conflicto, la contradicción y la transformación constante. A lo largo de la historia, la razón se despliega superando estas contradicciones.

Víctor Andrés sostiene que en Inglaterra se desarrolló un "jacobinismo light" que decapitó a un rey, pero conservó las tradiciones e instituciones intermedias. Sin embargo, tenemos una opinión diferente: la Revolución Inglesa representó el triunfo del futuro, es decir, de la burguesía frente al absolutismo feudal representado por el rey y la religión tradicional. Fueron los comerciantes urbanos y la "gentry" quienes llegaron al poder, imponiendo con ellos la ética protestante y sus valores.

El pueblo intentó llevar a cabo una revolución dentro de la revolución, pero no triunfó. Sin embargo, se convirtieron en el ejemplo de futuras luchas sociales, y de estos movimientos surgieron el anarquismo agrario, el utopismo liberal de las clases medias, el socialismo democrático y la tolerancia religiosa.

Fue un jacobinismo violento y pragmático, acorde con el espíritu inglés, una revolución que aspiraba tanto a la igualdad social como a la libertad. Sus ideales se expandieron por todo el mundo como paradigma de la separación entre el derecho, la economía y la política. En esta revolución nace el Estado de derecho, y con él, el capitalismo, que requería de una nueva corriente espiritual para expresar el nuevo orden económico.

Víctor Andrés sostiene que, a la luz de la historia, el debate entre el conservador Burke y el revolucionario Paine fue ganado por Burke, ya que los hechos han demostrado que las revoluciones radicales no traen prosperidad, sino caos y "anarquía". Burke era un reformista que creía en la evolución orgánica de las instituciones políticas y sociales, ya que, a lo largo del tiempo, estas acumulan la sabiduría de generaciones pasadas. Por ello, las reformas debían ser prudentes para mantener el equilibrio entre el cambio y la tradición.

El historiador inglés Eric Hobsbawm(2), por su parte, sostiene que las tradiciones no son necesariamente sabias ni naturales, ya que muchas de ellas han sido inventadas o construidas para servir intereses políticos y sociales.

Thomas Paine, con un espíritu revolucionario, creía que la Revolución Francesa era una necesidad histórica para acabar con la monarquía y la aristocracia corrupta. Las reformas, según Paine, no eran suficientes para acabar con la opresión ejercida por la aristocracia y el clero sobre el pueblo llano.

Nosotros creemos que la historia le dio la razón a Paine. Mientras Burke defendía que la justicia consistía en mantener el orden y respetar instituciones imperfectas, Paine sostenía que la igualdad es un derecho natural que el Estado tiene la obligación de proteger, no para mantener privilegios de una clase sobre otra, sino para que todos gocen de igualdad de oportunidades.

Finalmente, el consumismo promovido por el capitalismo contemporáneo es, según Ponce, un "jacobinismo radical" que, a través de la publicidad, los medios de comunicación y la cultura de masas, subordina las necesidades humanas y la diversidad cultural a los intereses del mercado.

¿Pone en peligro la decadencia de ciertas instituciones intermedias los valores tradicionales de Occidente? No. Simplemente, estas instituciones evolucionan. La familia ya no es nuclear, sino heterogénea, y los vínculos sanguíneos ya no son una prioridad. La religión ha dejado de ser una guía de conducta, y la humanidad ha desarrollado nuevas formas de relacionarse con lo sagrado. La vida y el mundo se han desritualizado, a pesar de algunos núcleos de resistencia. La revolución digital y la globalización capitalista están creando un nuevo mundo, tal como lo predijo Marx en el "Manifiesto Comunista".

1.Max Horkheimer y Theodor Adorno (1944) dialéctica de la ilustración. Madrid. Editorial Trotta. 7ma. Edición 2005
2. Eric Hobsbawm (1983) La invención de la tradición. Madrid. Editorial Crítica.

Tino Santander
20 de septiembre del 2024

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