Cesar Gutierrez
Riesgos para la minería por las carencias en sector energía
No hay política de Estado ante magras reservas de energéticos

El costo de la energía es una variable fundamental en sectores como la minería, que tiene alta incidencia en el PBI (en el que representa el 9%) y en las exportaciones (donde tiene una ponderación del 60%). Los consumos más relevantes de la minería son de electricidad y petróleo diésel (D2). En electricidad las preferencias hasta el 2022 eran por suministros en base a renovables (RER), que eran atendidas por los productores con un mix de generación hidroeléctrica, solar y eólica. La motivación estaba en el trato preferente por parte de financistas y demandantes de sus productos.
La situación mundial ha cambiado. Hay con una pausa sobre las RER, por la guerra entre Ucrania y Rusia, que ha llevado a la Unión Europea (UE) a dejar de promocionar las RER por la carencia de respaldo de termoeléctricas que operan a gas natural (GN), que pasan por un período de altos precios por tener que depender del gas natural licuado (LNG), que reemplaza al abastecimiento por gasoductos que provenían de Rusia; y por la política de Donald Trump a favor de las energías fósiles.
Para las mineras que operan en Perú, la visión sobre el uso de la energía no ha cambiado y siguen con el interés por el suministro de electricidad RER, lamentablemente sin un apoyo decidido del Ejecutivo, que le está dando largas a la promulgación del reglamento de la Ley 32249 que permite una mayor participación de las renovables, a la vez que pretende fomentar una concentración de la oferta en cuatro operadores.
El incremento de la oferta RER viene aparejado a un respaldo de generación termoeléctrica a GN que, por tener un horizonte de reservas de tan solo 15 años, no cuenta con incentivos para mayores inversiones. Esto generará que en el último trimestre del próximo año la oferta de bajo costo sea insuficiente, y se tendrá que recurrir a generación en base a petróleo diésel 2 (D2), con incrementos significativos en costos para los consumidores.
La respuesta del Ejecutivo sobre las reservas de GN es demagógica. Anuncian la puesta en operación de la explotación del lote 58, pero no mencionan en absoluto que la probabilidad altísima que la producción de este lote será destinada a la exportación por dos razones: que las reservas del lote 56 se agotarán en 7 años, y que el único lote productor donde hay regulación de precio preferencial para termoeléctricas es el 88.
La irresponsabilidad gubernamental se completa con el anuncio de una supuesta explotación de recursos gasíferos de la cuenca de Madre de Dios, sin reparar que las áreas donde se encontraría GN están en el Parque Nacional Bahuaje Sonene y el Área Nacional Protegida del Candamo. Pero no solo eso, actualmente las áreas mencionadas están otorgadas en Convenio de Evaluación Técnica, que es una etapa preexploratoria que culminará en 2026.
Por el lado del D2, es el combustible de mayor eficiencia en su uso y el que mejor desempeño tiene en las alturas, donde se desarrollan las operaciones mineras. Este es el combustible de mayor consumo en nuestro país, y el 47% de la demanda es atendida con producto importado, porque la producción nacional conjunta de Petroperú SA y Refinería La Pampilla SA es insuficiente.
El problema que se avecina para el D2 en el Perú ni se menciona. Es un producto de procedencia de los Estados Unidos, que lidera las importaciones y en el contexto de los aranceles recíprocos de 10% de la política de Trump; lo que correspondería a nuestro país sería no aplicarlo al D2, porque se trasladaría como incremento de precios del orden del 4% a los consumidores, que no solo son las mineras, sino también los transportistas de carga.
La agenda mediática está centrada en la puja de poder en el Ministerio Público y el Poder Judicial, mientras que los temas trascendentes, como los que menciono en esta columna, no son expuestos ni debatidos.
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