Antero Flores-Araoz

Vuelve el Senado

Una segunda cámara revisora que dará más seguridad jurídica

Vuelve el Senado
Antero Flores-Araoz
19 de marzo del 2024


El Congreso de la República ha aprobado una reforma parcial de la Constitución, mediante la cual se restablece la posibilidad de reelección parlamentaria inmediata. Esto evidentemente es un acierto pues, como lo he repetido varias veces, haciendo un símil del Congreso con cualquier escuela, no sería lógico tener alumnos sin maestros. En el Congreso tampoco debemos tener parlamentarios novatos sin otros experimentados que con su actuación hagan docencia para los primeros.

También el Congreso ha terminado con el sistema unicameral, para regresar al tradicional sistema bicameral en nuestra patria, constituido por la Cámara de Diputados y el Senado. Recordemos que, a partir del Congreso Constituyente de 1992, nuestro Parlamento –por algo más de 30 años– ha sido unicameral.

Muchos de los constituyentes que formamos parte del CCD elegido en 1992 fuimos contrarios al sistema unicameral en la Constitución de 1993, pero entendimos que la mayoría parlamentaria de aquel entonces, constituida por los seguidores de Alberto Fujimori, tenían que aprobar algunas reglas diferentes a las de la Constitución anterior de 1979. Para lavar la cara del autogolpe del 5 de abril de 1992 tenían que hacer algunas variaciones.

Quien escribe este breve artículo, junto con algunos otros exparlamentarios, hemos tenido el privilegio de estar tanto en el sistema bicameral como en el unicameral, y hemos advertido de los aciertos y defectos de ambos. Mientras en el sistema unicameral el iter legislativo es más rápido, en el bicameral es más lento; sin embargo, en este último hay más seguridad jurídica pues hay una segunda cámara revisora.

Luego de estar en el Congreso de 1990 con dos cámaras, en el elegido a finales de 1992 con una sola, francamente me fascinó la rapidez del sistema unicameral por su celeridad, sobre todo en un mundo en que hay que actuar rápidamente en busca de soluciones. Con el correr del tiempo, y por errores cometidos por la única Cámara existente en aquel entonces, sin poder ser corregidos por otra, me obligó a preferir el sistema bicameral. Pero habrá que buscar fórmulas creativas para que la tramitación de las leyes no demore, conjugándose la rapidez del unicameralismo con la seguridad jurídica del bicameralismo.

Hay críticas a algunas de las reglas constitucionales aprobadas en la reforma de que tratamos. Evidentemente no hay obra humana perfecta, aunque sí perfectible. Con el tiempo y con el trajinar en las actuales reformas siempre se podrán hacer correctivos en el futuro.

Por otro lado, no olvidemos que, por la alta votación requerida para hacer reformas constitucionales, se necesita muchas veces, para lograrla, conversaciones y concertaciones; con mutuas concesiones, se alcanzan los objetivos deseados. Es la prevalencia de la realidad y en el mundo parlamentario. La concertación es tarea cotidiana, lo que no significa ni componendas, ni repartijas ni acuerdos bajo la mesa.

Hay voces altisonantes que manifiestan que la reforma para regresar a la reelección inmediata y al bicameralismo carece de legitimidad. Sustentan su dicho en que la Constitución de 1993 fue ratificada en referéndum y que la no reelección congresal inmediata también lo fue. Empero, los críticos olvidan que el artículo 206 de la Constitución, permite dos cualesquiera formas de modificación constitucional. Por un lado, votación favorable calificada en dos legislaturas ordinarias sucesivas, o votación favorable no calificada en una sola legislatura ordinaria, seguida de referéndum confirmatorio.

En consecuencia, cualquiera de las dos formalidades tiene legitimidad, por más que la idea que surja en la mente es que tendría más fuerza la decisión directa del pueblo que la de sus representantes en el Congreso. Pero la propia Constitución les da el mismo valor a cualquiera de las alternativas señaladas.

Ahora corresponderá a los electores elegir un buen Congreso en el 2026, con diputados y senadores, pero sin olvidar que si hay malos parlamentarios, es porque fueron elegidos, nadie los impuso. El soberano, que es el pueblo, debe actuar con responsabilidad.

Antero Flores-Araoz
19 de marzo del 2024

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