Arturo Valverde
Cruce con cuidado
Cómo sobrevivir en medio del desorden vial limeño

Se cruza la calle cuando los automóviles se han detenido por completo. Esta máxima de las reglas del tránsito, aprendida a corta edad por este articulista, se mantiene vigente a pesar de los años en una ciudad donde la luz roja del semáforo no es garantía de que nuestros choferes pretendan pisar el freno.
Por las autopistas de nuestra ciudad avanza el caos sobre ruedas a tal velocidad, que los viandantes debemos esperar que a los choferes les dé la gana, no hay otra forma de expresarlo, de dejarnos cruzar la calle. Las líneas de cebra, paso peatonal, con que se han demarcado las pistas, son invisibles para los embalados al volante. Y es que aquí, las ruedas están por delante de quienes marchan a pie.
A fuerza de sobrevivir en medio de este desorden vial, creo que algunos hemos desarrollado un no sé qué, un instinto, que nos advierte que, aquel raudo automóvil avanzando a lo lejos a toda velocidad, se aproxima con pinta de que acabará pasándose la luz roja, como finalmente ocurre.
Muchos años atrás, cuando este articulista pisó por primera vez una ciudad europea, se vio en una extraña situación. Un automóvil se detuvo en el paso de cebra para que pudiera cruzar. Una situación bastante inusual para quien había crecido viendo como estas aceleradas máquinas han adquirido una superioridad jerárquica sobre la raza humana.
Como respetar al semáforo, entre otras normas del caótico tránsito, es un asunto de todos los días, hemos aprendido a sobrevivir adaptándonos a las reglas que nos imponen los que van al volante. Y una de las más importantes, insisto, es que aquí, en Lima, las pistas se cruzan cuando los automóviles se han detenido, aunque marque la luz roja del semáforo. Cruce usted con cuidado.
COMENTARIOS