Guillermo Vidalón
Minería ilegal: el futuro del Perú está en riesgo
La ausencia del Estado acrecienta el poder de las economías ilegales

La extracción ilegal de minerales como el oro, plata y cobre, principalmente, está fortaleciendo economías criminales que, además de generar un incremento de la delincuencia también están distorsionando la idea que durante generaciones se ha transmitido a la juventud: “el que estudia triunfa” o la búsqueda del propósito para alcanzar satisfacción espiritual y material.
La exhibición del “éxito económico” que provee la minería ilegal está disuadiendo a un sector de la juventud para que abandonen sus estudios, inclusive desde los niveles básicos y se extiende hasta el universitario. La lógica que emplean es: “para qué seguir estudiando si a través de esta actividad puedo alcanzar lo que deseo en menor tiempo”.
Lo que no toman en cuenta es que la minería ilegal –como otras actividades delictivas, narcotráfico, tala ilegal, trata de personas, etc.-- basan su accionar en la impunidad. Incumple toda norma laboral y ambiental, tampoco contribuye con el pago de impuestos y aprovecha un recurso que es de la nación cuando opera en zonas no concesionadas; pero, inclusive, está ingresando de facto en áreas asignadas a un titular que ha obtenido legítimamente el derecho a la investigación de un terreno para evaluar su potencialidad y, si lo considera relevante, también a comercializar el título asignado o desarrollar el proyecto hasta ponerlo en operación. Cuando sucede lo contrario, este sector está privando o dificultando que en el país se realicen inversiones relevantes que cumplen con toda la legislación vigente.
La ausencia del Estado acrecienta el poder de las economías ilegales. Algunas autoridades se sienten desprotegidas, motivo por el cual optan por la omisión o la abstención de su deber de actuar en contra de estas actividades ilícitas. No obstante, hay otras que optan por ser partícipes de la ilegalidad, sucumbiendo ante el incentivo perverso que les ofrece la corrupción.
Anteriormente, como parte de la formación de la juventud, los mayores acostumbraban a transmitir: “lo que fácil viene, fácil se va”. El dinero conseguido sin proyección, sin metas y fuera de un orden legítimo termina siendo efímero porque no se puede sustentar el origen del mismo de manera indubitable. En cambio, si la riqueza es producto de un esfuerzo que se sustenta en el conocimiento alcanzado, la experiencia y el esfuerzo, estos valores conducen al éxito. Benjamin Franklin afirmaba: "Invertir en conocimientos produce siempre los mejores beneficios".
Tenemos que transmitir a las nuevas generaciones que la construcción del Perú que disfrutan en la actualidad ha costado décadas de esfuerzo y sacrificio. Una vez alcanzada la pacificación y la seguridad interna, el país se convirtió en elegible para la comunidad de inversionistas nacionales y extranjeros. La población económicamente activa se adaptó rápidamente al nuevo escenario de una economía abierta y competitiva al mundo, se logró con una minería formal y amigable al ambiente, también con una agricultura moderna y una actividad turística que muestra la riqueza cultural (incluida la gastronomía) y paisajística.
El Perú no puede involucionar ni caer en manos del crimen local e internacional.
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